Adolescencia vs timidez

Adolescencia vs timidez

ATAHUALPA SOÑÉ M.
Las pautas con carácter de permanencia que implantan los elementos en nuestra forma de pensar, percibir y relacionarnos con el ambiente, además de nuestra relación con nosotros mismos, se hacen patentes en un amplio espacio de contextos personales y sociales.

La posible variación de estos elementos sólo se produce en el caso en que los rasgos de personalidad resulten flexibles y posean carácter de poca adaptabilidad, causando de inmediato incapacitación social significativa, disfuncionalismo o malestar subjetivo, por lo cual señalamos que se trata de posibles trastornos de la personalidad.

Los aspectos manifiesto de los trastornos de la personalidad son reconocibles por lo general durante la adolescencia, incluso mucho antes y continúan a lo largo de la vida adulta, aunque tiendan a hacerse menos patentes en edades intermedia o avanzada.

Algunos de los rasgos característicos de los trastornos de la personalidad pueden ser observados en otro trastorno mental por cuya razón el diagnóstico de trastorno de la personalidad de realizarse cuando los rasgos característicos son típicos del funcionamiento a largo plazo del individuo y no se encuentra limitados posibles episodios concretos de alguna enfermedad.

Uno de los rasgos que definen la adolescencia es la formación de la propia identidad. Se entiende, que no todos los adolescentes superan con marcado éxito la citada etapa, esto así porque significa entre otras cosas, encontrar respuestas a dos cuestionamientos: ¿Quién soy?. ¿Cómo soy?. El ser humano vive con gran incertidumbre los temas relacionados con su identidad, pues éstos poseen distintos órdenes de valores morales, de identificación religiosa, de patrones de amistad, de lealtades, de comportamiento sexual, entre otros. La búsqueda de respuestas a los requerimientos en estos órdenes suele causarle un cierto estado de ansiedad, en donde empieza a emerger la duda de sí mismo, de su futuro y del ordenamiento de sus valores.

El adolescente ha de aprender a vivir con interrogantes, dudas, riesgos, ya que le resulta imposible hacerlo de otra manera. Pretendemos educar a nuestros niños en una falsa seguridad, lo cual resulta uno de los mayores problemas en los adolescentes: la inseguridad. Nadie escapa a la misma y nuestros jóvenes no son la excepción.

La aparición de estos aspectos son considerados dentro del campo de la psicología como «situaciones de crisis normales» según el grado de tensión que les den origen, razón por la cual, no debe confundirse la gravedad con sentido de inconveniencia, puesto que los adolescentes han de necesitar de un poco de estas crisis para lograr tomar la ruta de su propio desarrollo madurativo de su personalidad.

La timidez crea incomodidad e inseguridad ante los demás, porque el sujeto se siente observado. El sujeto se siente ansioso y posee ideas confusas ante cualquier situación social, se ruboriza y denota torpeza, que es en realidad lo llama a la atención de los demás.

El tímido tiende a ver los aspectos negativos de sí mismo e ignorar sus cualidades. Atribuye la inferioridad que cree tener hacia los demás, tanto a factores de su físico como de su intelecto o de su personalidad. En algunas ocasiones los sentimientos de inferioridad se deben a factores sociales o familiares, cuando la procedencia de los demás resulta aventajada en recursos o estatus.

Algunas actitudes han servido de soporte a la timidez y su manifestaciones, tales como la de padres excesivamente rígidos, prepotentes o impositivos que han sido inhibidores de la conducta normal de sus hijos y favorecen y fomentan la inferioridad y consecuentemente la timidez.

Desde luego que es misión de la familia crear un clima de verdadera confianza y distinción en torno a los hijos, el cual propicie el desarrollo favorable de su auténtica personalidad y que la misma le permita su comportamiento social de manera ajustada y equilibrada.

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