Adolescencia/Adolecer/Adole/S/Cen

Adolescencia/Adolecer/Adole/S/Cen

Tropiezo, en una frase que me llama la atención, con lo siguiente: “La mayoría de las propuestas que se hacen a través de la televisión local adole/s/cen de un criterio que…” ¿Adole/s/cen o adole/c/en? De todas maneras, por más seguro que me sienta, acudo a un diccionario. ¿Cuál escojo? ¡Hay tantos!

Mientras lo decido, me surge el sustantivo adole/sc/encia y su derivación adole/sc/ente, adjetivo, que también podemos emplearlo como sustantivo:

a) La adole/sc/encia hay que tratarla con mucho cuidado (sustantivo).

b) Mi tormento es el nieto adolescente (adjetivo).

c) El vecinito adolescente es incorregible (adjetivo).

En la frase a) adolescencia es núcleo del sujeto. Por tanto, es un sustantivo.

En la frase b) adolescente está en el predicado. Luego es parte del predicado nominal; está en función de adjetivo. ¿A qué me refiero? Al tormento que me ata al nieto adolescente. (Podría invertir el orden de la oración: “El nieto adolescente es mi tormento”). Ahora el sujeto tiene el adjetivo modificando al núcleo, que es /nieto/.

La última frase consta de un predicado verbal: cuyo núcleo es el verbo.

Decido manejarme con el “Diccionario de parónimos castellanos”, de Santiago Lazzati, de la Editorial Sopena Argentina (ESA), primera edición octubre del 1958. Es un vocabulario organizado del idioma cuya pronunciación, ortografía y el sentido de los términos que recoge pueden provocar dudas.

El Diccionario… de Lazzati da entrada a /adolecente/, sin /s/al final de la tercera sílaba, y /adolescente/, dígrafo fantasma /sc/ en dicho encuentro. Explica que la forma adolecente/dolecente es participio activo del verbo /adolecer/, de la segunda conjugación. Significa: Que adolece de algo. Padecer de alguna enfermedad o defecto.

De /adolescente/, con el empleo de /s/ al final de la tercera sílaba y /c/ al inicio de la siguiente, nos anota: ‘Que está en la edad de la adolescencia’, y agrega que se usa también como sustantivo.

Adolecer, proviene de la forma verbal antigua /dolecer/, del latín: dolére. Adolescencia es también un latinismo: adolescentìa, sustantivo femenino que equivale a la ‘edad que sucede a la niñez y que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo del organismo (DRAE).

En conclusión, adolescencia y (a)dolecente son de étimos distintos. Con aproximaciones en sus respectivos cuerpos fonemáticos, corresponden a la familia de voces parónimas. Pero son de aplicaciones semánticas distantes.

Sin embargo, para alejarse semánticamente basta la intercalación de la consonante /s/ entre el final de la tercera sílaba y la /c/ que da inicio a la cuarta: les-cen…

Por tanto, el caso citado al inicio de estas notas: …la televisión local adole/s/ce/n de un criterio que no les permita atrapar la audiencia”. En el caso citado no se habla de adole/sc/encia, sino de /dolencia/ adolecer/: edad y doler pueden ser, pero no siempre son.

Por añadidura, el plural del adolesce/n/ no cuenta ni con /mayoría/, que es de forma singular, núcleo del sujeto, ni con televisión (local) que es complemento y, además, por si acaso, singular. Así el adolesce/n/ es un plural anómalo. Debió escribirse sin /n/ final (Ver El Espía, Diario Libre, 13–1–2014, p. 28).

 

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