Lidiar con un adolescente conflictivo nunca es fácil para ninguna familia.
Hacerlo supone crear enfrentamientos con ese joven que no quiere someterse a los lineamientos preestablecidos, debido a que entiende que no debe cumplir ninguna norma, en cambio muestra una oposición sistemática a cualquier cosa que se le plantee.
Según un estudio llevado a cabo entre preadolescentes y adolescentes, los problemas de conducta en la adolescencia se pueden complicar porque aparecen en una etapa de la vida turbulenta en la que surgen conflictos y tensiones con facilidad.
Aunque muchos de los problemas de los adolescentes no tienen que ser ni graves ni duraderos, hay numerosos padres que se quejan de tener en casa a rebeldes, con conductas antisociales, que consumen alcohol, drogas, son impulsivos, tienen poca o ninguna tolerancia a la frustración… Y ellos, como padres, tienen que seguir dando soporte y protegiendo a sus hijos.
En muchas situaciones les resulta muy complicado y necesitan ayuda para seguir adelante y evitar así caer en el error de centrarse demasiado en la conducta y olvidar el plano afectivo.
Factores que aumentan el riesgo de la violencia. Muchas investigaciones han llegado a la conclusión de que hay una interacción compleja o una combinación de factores que lleva a un aumento en el riesgo de un comportamiento violento en niños y adolescentes. Estos factores incluyen: episodios emocionales explosivos (pataletas, rabietas, destrucción de objetos…), agresiones físicas o verbales a los padres, ausencia de remordimientos y arrepentimientos, conductas desafiantes… entre otras.
En un ambiente de malos tratos, carencias emocionales y falta de cuidado, muchos aprenden a inhibir las emociones; a no sentir miedo, o rabia, o soledad como un mecanismo de defensa psicológica. Si no sienten, no sufren.
Otras veces, esa insensibilidad forma parte del temperamento del niño, y con frecuencia se expresa maltratando a todo lo que se encuentre en su entorno.
Además, son adolescentes con un alto nivel de impulsividad y atrevimiento. Por lo general, siempre están bordeando los límites, siempre al filo del precipicio. Tienen muchas dificultades de autocontrol.
La psicóloga española Sonia Cervantes, autora de “Vivir con un adolescente” propone intentar mejorar la comunicación y la confianza entre padres e hijos, ya que es un punto crucial durante la adolescencia, que lo que necesita es atención e interés.
Señala que durante esta etapa de la vida, los adolescentes suelen pedir las cosas a gritos. La autora especifica que está es precisamente su manera de manifestar sus pensamientos, emociones y necesidades. Y los padres no saben escuchar ni crear un clima de confianza, normalmente porque ejercen un exceso de autoridad o de sobreprotección.
La especialista dice estar consciente de que lo que propone es difícil, pero un padre no se debe dejar llevar por las emociones.
Recurrir a un especialista. El portal Centro-psicologia.com detalla que hay que tratar de evitar que las relaciones entre padres e hijos se deterioren, por eso cuando los padres no saben cómo abordar comportamientos problemáticos, es aconsejable que consulten a profesionales, psicólogos especializados en jóvenes con problemas de conducta.
Explica que no hay que culpabilizar ni a padres ni a adolescentes; se trata de problemas que surgen por la interacción de factores, como los estilos educativos de los padres y el temperamento de los jóvenes.
Expertos han reflexionado sobre las conductas conflictivas de los adolescentes. En la medida en la que un joven rebelde vaya generalizando malos comportamientos, la relación familiar se complica y el adolescente conflictivo es más reacio al cambio. Necesita seguir confiando en sus padres y que estos sigan siendo un modelo. Cuando los problemas se complican y los padres no pueden abordarlos, en el afán de proteger a sus hijos, dejan de ser un modelo para ponerse a la altura del adolescente rebelde.