Adoración en espíritu y en verdad

Adoración en espíritu y en verdad

Fui a la luna y escribí en ella cuánto te amo.  La adorné con tejidos de flores, sólo para ti. Hablé con las estrellas para que desprendieran fuegos de color por todo el cielo, una explosión gloriosa por amor a ti.

En todo el Cielo de piedras preciosas mi canto enamorado se reflejaba, haciendo un eco eterno.

Abrí el Mar de Cristal para que tú pasaras y te deleitaras con su canto  y sus cristalinas tonalidades; con sus aguas te reverenciaba, recordando tus grandes proezas.

Llené tu Trono de lirios que se convirtieron en palomas; revoloteaban en una danza de alegría a tu alrededor.

Canté… Adoré con tanta pasión que estremecí la copa del incienso, las ánforas del aceite y del perfume santo. Y mi anhelo por ti, mi sed de adorarte llegó a los lugares más altos del Cielo, a donde sale la música Real para ti, para que todos los ángeles y todas las criaturas de tu Reino te dieran lo mejor de sí, unidas.

Hasta los cimientos, el estrado de tus pies tuvo que exprimirse en adoración.

Las alas de los ángeles se tornaron de brillantes colores y en ellas podía leerse mi mensaje: estoy enamorada de ti.

Todo, absolutamente todo lo que había en el Cielo, todos los instrumentos, cada criatura te adoraban a plenitud.

De súbito, un estruendo… caían los ídolos, los dioses falsos, los muros, las cadenas, los velos…   descendiste en respuesta a mi ferviente clamor.

Permitiste que te percibiera vestido de gran gloria y majestad, como un diamante en el que se refleja la luz y sus colores. Me incliné a ti y de mis entrañas salió la materialización de mi adoración y devoción por ti.

Me arrodillé a tus pies, besándoles y mi beso se elevó hasta tu corazón. Fue como una dulce caricia en tu mejilla.  ¡Oh, Jesús! ¡Oh, Jesús, sólo tú eres santo, alto y sublime! ¡A ti sea toda la gloria eternamente! ¡Te amo!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas