Adornos y rostros humanos en marcos de puertas coloniales

Adornos y rostros humanos en marcos de puertas coloniales

En algunas casas coloniales hay fachadas y marcos de puertas con adornos platerescos, arte eminentemente decorativo, que usa una fantasía pétrea subyugante, tanto por sus diseños como por la variedad de sus curiosos motivos.

En varias de ellas se utilizaron rostros humanos, figuras mitológicas, molduras, curvilíneas naturalistas, donde aparecen vegetales que otorgaron la belleza a esas casas y a las que se construirían luego.

Una de las más valiosas joyas arquitectónicas construida en 1540 es la Casa de la Moneda, situada en la calle Arzobispo Meriño, número 356. Su fachada tiene un portal labrado en piedra y en los extremos de sus marcos hay cinco medallones en bajorrelieve de rostros humanos, que son cabezas colocadas simétricamente en dobles círculos.

Entre ellas está la de la parte lateral izquierda, la cual es de un varón adolescente que encima de las orejas tiene cuernos curvos. En la esquina superior está la de un viejo barbudo con las mismas astas.

Mientras que en la derecha hay una figura de facciones borradas por el tiempo y, en la arista de la parte alta hay un rostro romano desprovisto de gorra.

Asimismo, a media altura del frente, la parte central encierra la cabeza de otro joven de rollizas mejillas, con boina y collarín de la orden del Toisón de Oro, del cual cuelga el símbolo del vellón de un carnero, la cual se cree corresponde al monarca Alejandro el Grande, quien hacía grabar su rostro en el anverso de las monedas de su época. Además, en ambos lados hay otros adornos con líneas y ramas curvas.

También, arriba de los extremos hay dos columnas cuadradas pétreas anexas a la pared que en su tope tienen cabecitas de ángeles y motivos vegetales.

Igualmente, hay otras dos residencias coloniales con otras curiosas ornamentaciones.

Una está en la calle Isabel La Católica número 154, actualmente cerrada, la cual es de una belleza impactante, al tener uno de los elementos más valiosos de la arquitectura plateresca que es la escultura.

En ésta, los marcos de sus dos puertas son columnas redondas en cuyas cimas tienen labrado en piedra con mampostería pintada de cal, unas curvilíneas entrelazadas y enroscadas. De ellas parte una moldura gruesa un poco arqueada y, de cada una surge una media curva con un borde acordonado que en su alrededor hay siete preciosas rosetas, la cual encierra un enrejado de barras ornamentadas que forman un abanico.

En aquella fachada se aprecia el grosor en altorrelieve de rostros humanos, que son de jóvenes cuyas facciones tienen gruesas mejillas, ojos grandes y una aureola que cubre su cabeza, entre los cuales hay otra mezcla de adornos entrelazados de curvas y hojas de acanto, coronadas con una especie de concha.

Hay un emblema que soporta otros curiosos adornos con formas también, entremezcladas de doble curvas que bajan de unas peculiares hojas largas que se abren en ambos lados.

La otra casa colonial está en la calle José Reyes, número 10, donde hay una industria artesanal, la que en su entrada tiene un marco cuadrado incrustado en la pared, unido en lo alto con una curvatura enladrillada cubierta de mampostería con el mismo color ladrillo, el cual en su centro tiene una base abultada compacta desde donde surge un envase grueso en altorrelieve, el cual tiene curvilíneas, espirales y molduras que terminan enroscadas.

Lo curioso es que la cima de cada pilastra está formada con un tarro con el mismo tallado, que de su boca brotan varias hojas lisas que se abren a los lados. Marcos llamativos por el color ladrillo que resalta de las paredes que están pintadas de blanco.

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