POR ÁNGELA PEÑA
Discretamente, El Jaya se ha convertido en una institución entre las familias de diferentes pueblos del Cibao, en comunidades de macorisanos residentes en Nueva York y en San Francisco de Macorís donde salió por primera vez el veinte de noviembre de 1985.
En contenido, profundidad, diseño, recursos humanos y tecnológicos ha caminado a la vanguardia de los tiempos con una increíble demanda entre anunciantes a los que en ocasiones el director debe pedir excusas por carecer de espacio para colocarles sus anuncios. Comenzó con una tirada de mil ejemplares que prácticamente había que regalar por que en los predios donde nació no asimilaban la existencia de un periódico local. Hoy, los seis mil ejemplares se agotan casi al lanzarlos y no bien está en la calle cuando los vecinos están llamándose para comentar lo escrito.
Es un milagro regional en el que se combinan espíritu de trabajo, seriedad, honestidad, talento, originalidad, habilidad para los negocios, olfato para desencamar y dar seguimiento a noticias de impacto y descubrir, al mismo tiempo, temas y entretenimientos que tienen cautivos a innumerables suscriptores de Tenares, Salcedo, Cotuí, La Piña, Cenoví, Pimentel Villa Rivas, San Francisco… Tiene agencias en Santo Domingo y en Estados Unidos donde lo esperan ansiosos hijos de la provincia donde se elabora.
Adriano Cruz Marte es el inquieto motor de este proyecto modelo que creó junto a Dionisio Núñez y Bienvenido Santos (Tagra). Los dos socios abandonaron la empresa antes del año y el dinámico comunicador siguió solo en una vieja motocicleta pasolita redactándolo y mercadeándolo. La primera impresión, hecha en Cañabrava con quinientos pesos que aportó Santos, dista mucho en presentación, más no en contenido, de la que hoy se imprime full color en los talles de El Caribe. Es toda una empresa que despierta admiración por el éxito económico, la salida ininterrumpida, la renovación constante. Todas las clases sociales de la comarca quieren ser mencionadas o salir fotografiadas en El Jaya, excepto en los sucesos o las necrológicas.
Adriano robó espacio a su vivienda para edificar la obra que tiene aire acondicionado central, computadoras, sala de redacción, publicidad, recepción, oficina del director y un personal de más de quince personas que integran Leo Vargas, Mercedes Pérez, Luz Esther Santos, David Díaz, Víctor Cruz, José Suriel, Frank Then, Reynaldo Paulino, Clarissa Maldonado, Guillermina Taveras, Francisco Rivera, Giselle López, Maricel Then, Diógenes Reyna, Marilú Vargas, que son periodistas, fotógrafos, vendedores, distribuidores, cobradores, relacionistas públicos, conserjes o chóferes.
Sus colaboradores son profesionales destacados de Macorís, como Carlos Lantigua, Aleyda Fernández, Luis Báez del Rosario, Chea de León, Piudi Cabral, Manuel Lozano, Luz Minera Jerez, Joaquina Santos, Julián Ulerio, William García, entre otros.
De la publicación, que también tiene espacio en Internet, el director y fundador expresa satisfecho que es la fuente más consultada por estudiantes y por todo aquel que anda tras un dato urgente y agrega, complacido: El Jaya compite con periódicos nacionales en algunas localidades y en otras los supera en preferencia. Un discurso reiterado en la extensa historia de su evidente triunfo como empresario de la comunicación es que vender publicidad no supone hipotecar la libertad de información.
PERIODISMO SÓLO DE CRÉDITOS
Adriano Cruz Marte nació en el Estrecho de Luperón, Puerto Plata, hijo de César Cruz y Agustina (Nereyda) Marte. Comenzó a interesarse por la palabra escrita leyendo El Caribe enrollado que su abuelo, Sixto Cruz, llevaba a la casa y los pedazos viejos del diario que la profesora Magdalena Perozo (Lalá) recogía en las mallas del camino.
Aunque se graduó de periodismo a nivel técnico en el Curne, alfabetizaba y se preocupaba por la juventud de su entorno y llegó un momento en que quiso transmitir las necesidades que percibía su sensibilidad, iniciándose en el periodismo radial con Augusto Vásquez en el informativo de La Voz de la Libertad, de La novia del Atlántico, al tiempo que hacía el bachillerato. Luego pasaría a Noti Sucesos, de Radio Puerto Plata, recibiendo como pago por sus servicios, en ambos, el crédito de corresponsal. Su primo Freddy Jáquez le prestaba la maquinilla donde perfilaba un estilo depurado.
Fui mi propio censor en eso de ir mejorando, era respetuoso de las reglas del idioma. Temprano me corregía el no abusar del verbo antes que el sujeto pues la sintaxis ordena lo contrario: Dijo el funcionario, no el funcionario dijo. No escribía complicado, redactaba los párrafos con palabras sencillas, cuenta.
Viajó a Santo Domingo a estudiar educación agrícola y simultáneamente daba clases de español y biología en el colegio Yolanda Leonardo del sector 30 de Mayo, del que llegó a ser director, mientras Mireya Castillo y Sara Savarín lo acogían en Radio Clarín, recomendado por Danilo Domínguez. Más tarde pasaría a Radio Cristal, con Darío Aracena y Bueno Torres, donde lo recibiría Brunilda Rodríguez con una nota de prensa del MPD y las alocuciones de Juan Bosch como asignación, pese a que las estrellas del noticiario eran José Alduey Sierra, Pablo Graciano y Félix Méndez. Ganaba 125 pesos, más que lo que percibía cuando trabajó en Radio Antillas con Héctor Tineo: nada, pese a la promesa de un salario de 75 pesos.
Gracias a Junio Lora ingresó a El Caribe recorriendo los mercados, por lo que recibía tres pesos diarios de caja chica y a pesar del horario y del reconocimiento que hacía a su estilo Manuel Quiroz, Miguel Guerrero, Manuel Machado, Emilio Mackinney, no acreditaban sus notas. Las ases eran Minerva Isa y Ruddy González. No me firmaban, era un aprendiz, confiesa Adriano que exhibe orgulloso, como recuerdo de esos tiempos, la foto de primera página junto al ex presidente Antonio Guzmán anunciando un préstamo del BID para la presa de Sabana Yegua. Era, según él, la primera vez que el diario colocaba una foto de un reportero. Aun así no pasé de ser el reportero de siempre.
LA VICTORIA DE EL JAYA
Había casado con Victoria Then, madre de sus hijos Víctor Adrián y Adria Victoria, el doce de julio de 1979. La dama fue trasladada embarazada a San Francisco, en 1980, y el nacimiento de su hijo lo motivó a acompañarla, sin conocer a nadie, sin carta de ciudadanía, sólo con el puesto de técnico en comunicación social al servicio de la secretaría de Educación. Vi que había mucha radio, no había canales de televisión locales y lancé la idea de un periódico que recogiera la dinámica de una comunidad con muchas actividades. Ya la Universidad Nordestana llevaba dos años, venían muchos extranjeros a estudiar medicina, había un despertar, expresa agregando que su objetivo principal era canalizar una inquietud, escribir de las cosas que se producían, producir algo escrito para la posteridad, detener en el papel juicios, ideas, pensamientos de la gente. Empezamos llegando a los campos más cercanos, pero no nos aceptaban ni sabíamos qué hacer con tantos periódicos. Pagamos incentivos a empleados de supermercados para que ellos lo insertaran gratis, aunque entonces costaba diez centavos. Lo regalábamos a los bancos comerciales, a los guachimanes.
Los anunciantes, agrega, tuvieron una respuesta al primer año porque ya la gente pedía el periodiquito al empleado. Así se fue haciendo popular y para captar anuncios utilizamos la estrategia de entrevistar a extranjeros y descendientes de extranjeros que tenían negocios y luego les enviábamos una carta ofreciéndoles espacios para que escogieran el tamaño, refiere Adriano Cruz.
Hoy confiesa complacido que los negociantes recomiendan El Jaya como un buen medio que llega. He auscultado las cosas por las que la gente se interesa: explotamos todos los hechos noticiosos, no nos hemos abanderado con grupos políticos, religiosos. Somos transparentes, confiables, plurales. Satisfacemos el interés de la gente que aquí quiere leer y que aprecia mucho las notas históricas, políticas, sociales, necrológicas, los chistes, las anécdotas, que ya chequean los clasificados para ver las ofertas y colocar sus ventas.
El Jaya tiene treinta y dos páginas y la novedad del tratamiento que da a su contenido, incluidas las defunciones, trabajadas como acontecimiento significativo de la comunidad. Un hecho noticioso es autónomo, ocurre en hora y lugar no escogidos, no programa ser ente noticioso, las circunstancias lo llevan a ser protagonista. En eso uno se juega la faja narrando las versiones de todos los actores, afirma el locuaz Adriano Cruz, destacando el carácter de su personal periodístico que califica de íntegro e integral, porque por nada negociamos el hecho noticioso.