Advertencias advertidas

Advertencias advertidas

ATAHUALPA SOÑÉ M.
La mayor parte de nuestro tiempo, que bien podríamos llamar «cotidiano», transcurre de manera sistemática. Al decir «sistemática», nos queremos referir a que acudimos al calendario para dar un vistazo a las fechas llamadas «claves», las cuales, por lo general, se enmarcan en las festividades, días no laborables, fiestas patronales, los «puentes», Semana Mayor, fechas de eventos ocasionales y otras tantas más, las cuales han de resultar benignas en su discurrir.

Muy a pesar de todo, merece la pena que fijemos un poco de atención hacia aspectos bastante descuidados por la mayoría de la población, tal cual son las fechas de los cambios estacionarios no graduales: altas y bajas temperaturas de manera bruscas, temporadas de huracanes y otros fenómenos más que forman parte del calendario regular en términos de temporadas en nuestra zona geográfica.

Ya es tiempo para dejar de vivir de espalda hacia esas realidades tan contundentes y manifiestas cual son las situaciones climáticas, pues no debemos pensar que dichos fenómenos nos van a tocar cada 15 o 25 años, o sencillamente que dichos fenómenos son el producto de vanas causas.

No bien nos encontramos en la acotación de los daños del huracán «Noel», cuando se nos presenta el aviso de la llegada de «Olga», lo cual resultó grave. Sin embargo, más graves resaltaron los casos de muchos refugiados de «Noel» que ya habían emprendido su regreso a las zonas devastadas, muy a pesar de las advertencias.

Las situaciones ameritan sencillamente soluciones, pero las mismas no deben ser estridentes, ni tumultuosas, deben basarse en la solución del problema que padecen tales calamidades. Ahora bien, es también urgente que las autoridades actúen de manera firme frente a los ‘inquilinos’ y más que ‘inquilinos’ ‘propietarios’ de todas las zonas de riesgo de nuestros litorales fluviales y montañosos.

Hemos pasado por experiencias muy costosas, pues se han invertido recursos de naturaleza varias y de sectores nacionales e internacionales para que resulten menos dolosas dichas situaciones.

Hemos de hacer destacable, que por lo general son las mismas personas y sus descendientes los que se encuentran en las citadas zonas, ya que son «herederos por perpetuación» en zonas prohibidas con lo cual pasan a ser «víctimas naturales», como ha de entenderse, de los fenómenos naturales. No es un reto para las autoridades evitar que sean ocupadas zonas de contingencia; es una responsabilidad.

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