El FMI, el Banco Mundial y los bancos centrales, tienen sus números sobre el crecimiento económico, con frecuencia difieren por los modelos que usan. En la Cumbre de Perú, con recomendaciones específicas, el FMI dio a conocer los suyos, y sobre la economía dominicana que crecerá 4%, lo atribuye al ahorro en la factura petrolera y por los beneficios de la buena marcha de la economía norteamericana. Que medido por el PIB en dólares, ocupamos el noveno lugar entre 32 países latinoamericanos, es decir, que no obstante el crecimiento acumulado, no hemos avanzado desde que arrancamos en la posición diez en 1980, siendo el ocho el mejor puesto en el 2000.
La historia nos dice que, según el precio del petróleo, las economías se mueven en ciclo, si es barato se benefician los que importan y pierden los que exportan, los primeros crecen y los otros en recesión o creciendo muy poco. Los dominicanos estamos en el primer grupo, la Región en el segundo, y como nadie sabe hasta cuándo nos durará “la buena suerte”, el FMI recomienda eliminar el déficit fiscal y reducir la deuda pública, ajustando el gasto y reformando el sistema tributario. Le preocupa que se “enquisten” la corrupción y la falta de capacidad recaudatoria, porque la deuda pública seguiría subiendo, lo que “podría suscitar problemas de sostenibilidad que los mercados castigan”.
Sabe que con dinero de préstamos y el apoyo de una justicia que no funciona, se creó y financió el capitalismo de amigotes, también que desaprovechamos la aceleración coyuntural de la economía para corregir debilidades estructurales. Me refiero al exceso de costo de productos exportables, al hecho de que se cobra lo máximo posible de ingresos tributarios y que ya no es posible aumentarlos, sin un cambio en la estructura impositiva, para que se sustente en el aporte de los ricos.
Las recomendaciones del FMI no deben caer en sacos rotos, lo inteligente es convertirlas en agenda común de corto plazo del gobierno, oposición política y hombres de empresas. La responsabilidad es definir cómo resolver las debilidades citadas, como lo sugiere el Organismo, la estabilidad económica ni la política están garantizadas. El temor es que sea necesario decidir entre pagar a acreedores o reducir la deuda social, aunque es cierto, que por la composición de la deuda, según moneda, es menor el peligro que cuando la crisis de deuda externa de los ochenta, los pasivos estaban denominados en dólares.
Ahora es más fácil devolver lo prestado, del endeudamiento total el porcentaje en pesos de 13% en 2007 pasó a 33% en 2015, es decir, la deuda está más protegida frente a depreciaciones.
No quiere decir que la desdolarización parcial blindó las finanzas públicas, que no exista el peligro, otra realidad se impone. Los intereses, que representan 19.5% de los ingresos corrientes, no es solo que pesan mucho en el presupuesto, sino que podrían aumentar, el volumen adeudado sigue subiendo y la Reserva Federal elevará los tipos. En promedio pagamos 7.8% anual, si sube en dos puntos porcentuales, adicionalmente y en doce meses habría que buscar RD$25 mil millones, elevando el total a RD$112,717 millones, 25% de los ingresos corrientes. Hay que ponerle caso a las advertencias del FMI.