Aunque algunos adalides tradicionales del libre comercio no se han atrevido a señalar las consecuencias de las políticas proteccionistas de las grandes potencias, hasta los organismos globales están haciendo sentir su voz advirtiendo de las consecuencias que inevitablemente tendrán esas políticas si finalmente se concretan. La Directora General del FMI ha sido clara al apuntar que esas prácticas “no sólo conducen a productos más caros y opciones más limitadas, sino que también evitan que el comercio desempeñe su papel esencial en el aumento de la productividad y la difusión de nuevas tecnologías” y recuerda que la apertura comercial global lograda últimamente permitió “reducir a la mitad la proporción de la población mundial que vive en pobreza extrema así como el costo de vida e incrementar el número de trabajos con mejores salarios”. A su vez, el Director General de la OMC advierte que lo “último que necesita la economía es un ciclo de retorsiones” y señala que las guerras comerciales amenazan a la economía y pueden generar situaciones “incontrolables”, por lo que reclama “despolitizar” el tema. Mientras el Banco Mundial también advierte que el impacto negativo del comercio en el crecimiento puede ser peligroso en momentos en que se registra un nivel muy alto de deuda pública en economías desarrolladas como no se veía “desde la Segunda Guerra Mundial”, los ministros de finanzas del G20 han expresado igualmente sus temores. El ministro japonés recordó que con proteccionismo “ningún país se beneficia” y el de Francia fue aún más explícito: “el aumento de los aranceles encarece el precio de los productos, ralentiza el crecimiento y destruye empleo”.
La concreción de la aplicación de aranceles elevados a algunos productos y la amenaza de incrementar el inventario de bienes a los que también se le aplicarán necesariamente traerá retaliación de otras economías avanzadas que, como la China, tiene capacidad para hacerlo. Resulta paradójico que en momentos de crecimiento se tomen acciones contra una actividad que, como el comercio internacional conjuntamente con las inversiones, juega un papel clave en el estímulo al crecimiento. La directora del FMI, consecuentemente se pregunta: “¿Por qué habría que dañar esos dos motores?”. Igualmente no ha dudado en recordarle al señor Trump, que se victimiza por su déficit comercial, que “un abultado déficit comercial responde, en gran parte, a las políticas domésticas de cada Estado”, debido a que el presidente estadounidense responsabiliza a los acuerdos de libre comercio y a la OMC de todos los males comerciales del país.
Mientras que los incondicionales irreflexivos del presidente Trump le aseguran que EE.UU. no tendrá consecuencias porque es “muy poderoso”, los expertos advierten de un incremento importante de precios en varios rublos de consumo desde electrodomésticos hasta medicamentos además de fuertes consecuencias en sectores como el agrícola, el manufacturero y el aeroespacial. Mayores aranceles protegen y benefician a algunas compañías norteamericanas, como las acereras, pero eleva los costes y ello se refleja en los precios al consumo. ¿De qué se trata, torpeza y prepotencia o estrategia negociadora?