Adviento, ¡Llega la Navidad!

Adviento, ¡Llega la Navidad!

POR LEONOR ASILIS
Estamos en tiempo de Adviento, a espera de la Navidad. Celebramos el gran acontecimiento que ha cambiado la historia de la humanidad. El antes y el después de Jesús, el Salvador. El misterio de la encarnación, Dios hecho hombre. El infinito se hace finito para que el finito llegue a ser infinito. La llegada de Emmanuelle: Dios con nosotros.

Por tanto Adviento, es espera y búsqueda. Esperamos a un Gran Señor y buscamos la Salvación.

La Iglesia prepara este tiempo de Adviento como camino de encuentro con Jesús y nos recomienda que nos convirtamos. La conversión no termina nunca, siempre hemos de estar procurando completarla.

El profeta Isaías nos dice: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se bajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos».

Juan el Bautista, eje central para las meditaciones de este tiempo litúrgico, nos pide reordenar nuestras vidas, mejorar nuestros caminos y pedir perdón por nuestros pecados.

Debemos estar alerta, para evitar que el entorno festivo de la próxima Navidad nos impida oír la voz de Juan. La tragedia sería que no oyéremos a Juan, que no hiciéramos nada para iniciar una nueva etapa de nuestra conversión y que el único cuidado que realizáramos de cara a la Navidad es vigilar nuestro peso para luego no engordar demasiado.

Juan dice que «detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo.

Como decía San Agustín, Juan era luz iluminada, Cristo luz que ilumina.

El Papa Juan Pablo II, en la Catequesis del 29 de noviembre de 1978 (www.encuentra.com), dice el cristianismo no es sólo una «religión de adviento», sino el Adviento mismo.

El cristianismo vive el misterio de la venida real de Dios hacia el hombre, y esta realidad palpita y late constantemente. Esta es sencillamente la vida misma del cristianismo. Se trata de una realidad profunda y sencilla a un tiempo, que resulta cercana a la comprensión y a la sensibilidad de todos los hombres y sobre todo de quien sabe hacerse niño en ocasión de la noche de Navidad. No en vano dijo Jesús una vez: «Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18, 3).

El Papa Benedicto XVI, en su alocución del pasado 27 de noviembre, antes del Angelus, recordó que el Adviento es un tiempo de gran sugestión religiosa, cargado de esperanza y de espera espiritual.

Que el Espíritu de Navidad, renazca la esperanza en quien ha de venir a nuestros corazones para colmarnos de felicidad y bendiciones y nos haga nacer con una vida nueva llena de amor y alegría.

leonor.asilis@verizon.net.do

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