Advierte caída en calidad del debate

Advierte caída en calidad del debate

En los últimos años la calidad del debate económico, político y social ha decaído enormemente en el país. Existe una ausencia en la prensa, la televisión y las instituciones académicas de debates serios o estudios. Los economistas, políticos e intelectuales no  publican análisis más profundos y no se siente la necesidad de aportar ideas y sugerencias. Se ha creado una cultura de simplificación y de sólo hablar o escribir para posar. Las cosas se dicen y se declaran en la prensa sólo con una utilidad política y de mantener vigencia. Hay pocos estudios serios sectoriales y, los que existen, pocos los leen. Es un mal general de la sociedad esta ligereza y simplicidad.

Por ejemplo, en el campo de las ideas políticas, ya casi no se debaten doctrinas, políticas y reformas concretas. Los políticos sólo se critican el uno al otro, y la costumbre es mas bien atacar en lo personal que las ideas o propuestas en sí. Los políticos y dirigentes son maquinarias operativas electorales, pero no estudiosos profundos. Se conforman con los discursos, pero sin hacer el esfuerzo de cambiar la realidad. Ya la derecha, el centro y la otrora izquierda, son iguales. Todo da igual. Son símbolos de otros tiempos y frases cohetes, slogans, pero en la realidad actúan iguales. Hay mucha retórica y poco fondo.

Cada partido, cuando está en la oposición, piensa una cosa y exactamente lo contrario cuando está en el poder. Las ideas cambian según las circunstancias. Todo, en el nuevo realismo político, es táctico y coyuntural. No existe la creencia en la continuidad del estado y de políticas económicas y sociales a largo plazo. Hay que atacar y criticar, que eso es ser un buen político. La estridencia ha sustituido al estudio y al debate con calidad. Persiste igual la creencia que los problemas reales se resuelven con más leyes y más normativas.  Se aprueba una nueva Constitución, y se cree que se es moderno automáticamente. El debate económico es bien pobre. Ya no existen buenas y variadas fundaciones independientes de estudios económicos y sociales. Sólo una o dos, como la Fundación Montalvo que realiza muy buen trabajo u otras. Funglode juega su papel, pero muchos la ven como parte del poder oficial.

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