Aerolíneas recurren a trucos de gansos para reducir combustible

Aerolíneas  recurren a  trucos  de gansos  para reducir combustible

Boeing y la NASA encontraron una forma barata de reducir las cuentas de combustibles de las aerolíneas tomando prestado un truco de los más grandes aviadores de larga distancia del mundo: las aves migratorias.
Al alinear las aeronaves en una formación en ‘V’, preferida por los gansos canadienses, los operadores podrían dar un salto en eficiencia sin invertir en tecnología futurista o transformaciones estructurales. La idea es unir los convoyes en vuelo de manera segura usando herramientas de navegación y para evitar colisiones que ya están ampliamente instaladas en las cabinas.

«Piense en un coche que va detrás de un camión o un cicilista pedaleando detrás de otro», dijo Mike Sinnett, vicepresidente de desarrollo de productos de Boeing. «Esencialmente le permite, si está volando en el lugar correcto, reducir su consumo de combustible. Pero tiene que estar ahí por mucho tiempo».

‘Wakesurfing’, como se conoce en inglés a la técnica usada por las aves, implica aprovechar la energía de un avión líder, una posible forma de reducir las cuentas de combustible, que suelen ubicarse como el mayor o segundo mayor gasto de las aerolíneas.

Un investigador de la NASA apunta a estudios que muestran ahorros de combustible de un 10% a 15%, a la par de opciones más caras como la actualización de motores o la instalación de aletas de punta.

El concepto es uno de las docenas que tiene Boeing en estudio. La empresa además está analizando colocar alas largas como de planeador en la parte inferior de un avión para ahorrar combustible, así como también cómo gestionar el auge de los vuelos supersónicos.

Asimismo, la firma aeronáutica de Chicago está estudiando inteligencia artificial que permitiría que haya un solo piloto en los controles durante un viaje largo, un potencial paso hacia vuelos totalmente autónomos.

El ‘wakesurfing’ -también conocido como ‘vortex surfing’ o, en lenguaje aún más técnico, ‘trayectorias cooperativas automatizadas’- aprovecha las columnas con forma de cono del aire que se arremolina por millas detrás de las puntas de las alas de un avión.

A través de un posicionamiento cuidadoso, los aviones que van detrás pueden ganar un impulso adicional de la parte superior de esa corriente circular, ahorrando combustible sin dar a los pasajeros un viaje a saltos.

El obstáculo de la programación. Sin embargo, hay un problema y no es sólo que los menores precios del petróleo hayan proporcionado a las aerolíneas cierto alivio en las facturas de combustible de los últimos años, o que los actuales requerimientos regulatarios obliguen a una separación mínima entre aviones.

Antes de que los aviones puedan planear sobre vórtices a 9 mil 100 metros de altura (30 mil pies), los operadores tendrían que determinar cómo programar aviones en la misma ruta con extrema precisión. Eso es mucho pedirle a una industria ya desconcertada por las condiciones meteorológicas, las horas de los empleados, los requisitos de mantenimiento y la congestión del tráfico aéreo.

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