POR GERMAN MARTE
Como institución, el Fondo Monetario ha cambiado mucho en los últimos años y ha flexibilizado y transparentado su política, afirmó ayer su representante local, Ousmène Mandeng, quien aseguró que los ajustes que impone el organismo son en función del ambiente real de cada país.
Sostuvo que en estos momentos, el ajuste que está exigiendo el Fondo a la República Dominicana se hace en función de las posibilidades reales que tienen el país y el gobierno, para que sea exitoso.
Dijo no se trata de un programa exclusivo del Fondo, sino también del gobierno, por lo que es importante que las autoridades estén identificadas 100% con el mismo.
Si se compara el programa presentado en el 2003 con el de este año, se podrá ver que el de ahora es mucho más ambicioso y eso es reflejo de que «nos estamos ajustando a la realidad y a choques que no estaban previstos, como el choque petrolero», en ese sentido se trata de un juego dinámico, indicó el funcionario.
Asimismo, aseveró que la situación de hoy día es muy diferente a lo ocurrido en los años 80 en varios países, incluida la República Dominicana, cuando se produjeron manifestaciones populares violentas como consecuencia de los duros ajustes impuestos por el FMI.
Sin embargo, explicó, hay ciertos principios que se mantienen: «el Fondo viene sólo en los momentos difíciles, cuando nadie más quiere prestarle al país, cuando hay un riesgo de que colapse su capacidad de pago».
Indicó que el Fondo no va a los países cuando las cosas marchan bien, ni cuando hay pequeños problemas, «venimos cuando el país no puede superar los problemas». Y los ajustes que se exigen son en función de esa realidad, acotó.
El Fondo Monetario sólo va donde lo llaman, no se impone, pero una vez llega impone sus reglas, reiteró el funcionario.
Expresó que la situación de los países que acuden al FMI es similar a la de una persona que tiene una deuda de tarjeta de crédito que no puede superar y sólo le quedan dos posibilidades: la bancarrota o hacer ajustes duros como vender el carro y tomar otras medidas.
«Nosotros llegamos justamente en este punto, cuando sólo es posible la bancarrota o vender el carro y los muebles, para evitar la bancarrota», expresó Mandeng.
Sostuvo que si se observa el programa original del 2003 con el que se plantea ahora, se verá que hay diferencias muy significativas, pues el Fondo ha tratado de adecuar sus exigencias a la realidad política y fiscal del país.
Y añadió que cuando se hizo la primera y segunda revisión del acuerdo en octubre del 2005 ya se le habían concedido al gobierno tres dispensas, sin embargo, «hemos extendido el programa y logrado que la junta del FMI lo haya aprobado».
Esto evidencia que sí hay flexibilidad de parte de ese organismo internacional, subrayó su representante en el país.
Adujo que la misma arquitectura de tener las revistas trimestrales es un elemento esencial que demuestra flexibilidad, ya que no se están fijando las metas de una vez y por toda, sino trimestralmente, lo cual permite tener un historial para evaluar el ritmo de la implementación del programa.
Añadió que el FMI espera que se produzca cierto consenso en cuanto a las políticas que está promoviendo, pues reconoce que el gobierno no tiene mayoría en el Congreso Nacional.
Y esta realidad también es motivo para que el gobierno tenga cierta flexibilidad al momento de evaluar al país, «aceptamos ciertas desviaciones que se hacen en función del hecho de que el gobierno no controla el Congreso».
Dijo que hay mecanismos mediante los cuales al país se le otorga una dispensa para que pueda ponerse al día y cumplir con determinadas exigencias del FMI. Otras veces se aplican medidas complementarias para que se puedan cumplir con las metas propuestas originalmente. «Hay muchos elementos sobre la mesa, y algunos son factores que representan un obstáculo, pero otros talvez permiten compensarlos.
SE NECESITAN CAMBIOS
De acuerdo con Mandeng, lo deseable es que los países no tuvieran la necesidad de someterse a un programa de ajustes.
Dijo que el FMI no sólo pretende que los países se estabilicen y recuperen su capacidad de pago, sino que también se establezcan las bases para que la recuperación sea duradera, y para esto se precisan cambios estructurales e institucionales «que representan una verdadera modernización del Estado dominicano», porque contiene los cambios necesarios para una mejor gestión en el futuro y así evitar otra crisis como las que se han producido en el pasado.
Indicó que en cada acuerdo con el Fondo hay dos etapas: una es la inmediata estabilización, que es puramente cuantitativo. La otra etapa es la cualitativa, que consiste en introducir cambios, para que evitar la reproducción de los factores que han generado la crisis, «por eso los cambios institucionales que estamos promoviendo».
Entre estos cambios, Mandeng citó las leyes de Compras, de Presupuesto, Reforma del tesoro, control del sistema, y de decretos públicos. Si estas leyes se llegan a implementar, acotó el representante del FMI, representarían un cambio dramático en la manera en que se han manejado las finanzas públicas en las últimas décadas.
Deudor privilegiado
En otro aspecto, Mandeng, sostuvo que el FMI precisa ser un deudor privilegiado, en razón de que presta a una tasa de interés muy baja, 2.4% con un período de pago se extiende hasta cinco años, con dos años de gracias y de tres años de pago.
En ese sentido, el financiamiento que otorga el Fondo no es un financiamiento de mercado, donde en tiempo de crisis República Dominicana tendría que pagar una tasa muy superior. «Por eso la importancia del estatus privilegiado como acreedor. Prestamos a una tasa muy baja, pero necesitamos este privilegio para no incurrir en un riesgo muy alto», arguyó.
Explicó que el ajuste que impone el organismo tiene el objetivo de permitir que la economía se ajuste, a la vez que se garantiza el cobro de lo prestado.