Afirma intento golpista en Ecuador fue similar al de Venezuela en 2002

Afirma intento golpista en Ecuador fue similar al de Venezuela en 2002

Nueva York.- La intentona golpista del pasado 30 de septiembre en Ecuador, ha tenido un final semejante al de Venezuela en abril del 2002 y no al de Honduras en el 2009, contrariando así lo buscado por los promotores de esta execrable y antidemocrática intentona, opino el activista Radhames Pérez, coordinador general de Alianza País en Nueva York y director ejecutivo de la entidad ilucativa Accion Comunitaria La Aurora.

En un amplio análisis sobre la situación ecuatoriana, Pérez recuerda que como en Venezuela durante el golpe del 2002 que saco a Hugo Chávez por 48 horas del poder, una combinación de poderosos factores políticos internos y externos posibilito ahogar el intento de golpe de estado, rescatar al presidente Rafael Correa, después de 12 horas de estar secuestrado y preservar el orden Constitucional”.

Dice que entre los factores que hicieron posible este final, cabe resaltar la sumisión al poder civil de sectores militares decisivos y su actuación en consecuencia, la propia división de la Policía, la inmediata y masiva movilización popular y la condena prácticamente unánime de los gobiernos del Continente a los golpistas. 

“Con el paso del tiempo, se confirma que el reclamo de anulación de una nueva ley de servicio publico aprobada por la Asamblea Nacional, no era mas que el pretexto, mientras que lo real era insurreccionar al pueblo y a las fuerzas armadas contra el gobierno constitucional y así derrotar el proceso de cambio que se vive y que ha sido denominado por sus lideres como revolución ciudadana”, precisa.

Indica que “los eventos ocurridos el 30 de septiembre en Ecuador, ponen nuevamente sobre el tapete la estrategia de las fuerzas políticas y sociales mas conservadoras del Continente, las cuales buscan por la fuerza lo que no han logrado por el voto y la acción cívica ciudadana: revertir el cambio progresista y hacia la izquierda que se registra en el sub-continente y que tiene su acento en saldar la histórica deuda social acumulada por los estados con sus pueblos y en refundar nuestras naciones bajo las divisas de libertad, democracia participativa, dignidad, bienestar, independencia y soberanía plenas”.

Esta estrategia revocadora de la extrema derecha latinoamericana con aliento de sectores poderosos asentados en Washington, fue la que desplazó a Manuel Zelaya del poder en Honduras el 28 de junio del 2009, pretendió desmembrar el estado nacional en Bolivia en el 2008 y en estos dos últimos años se afanan en echar por el suelo los gobiernos de Guatemala y Paraguay, encabezados respectivamente por Álvaro Colón y Fernando Lugo, según el dirigente izquierdista dominicano y también coordinador de Acción Comunitaria La Aurora, entidad sin fines de lucro.

Dice que como estrategia que no discrimina escenario aunque privilegia la violencia, está también se expreso en la pasada elecciones legislativas de Venezuela, donde resultó derrotada al obtener 65 curules en la Asamblea Nacional,  mientras que el Partido Socialista Unido de Venezuela y sus aliados obtuvieron 98 asientos.

“Ahora ésta confrontación entre el pasado dictatorial en el orden político y perverso en lo social y el presente en cierne signado por la dignidad humana y la democracia social y participativa, pasa a expresarse con toda la fuerza que implica la lucha por el poder, en las elecciones de Brasil, donde el ayer lo representa el derechista y neoliberal José Serra, candidato del Partido Socialdemocracia y el presente lo encarna Dilma Russeff, mujer ex guerrillera y presa política y ex jefa del gabinete ministerial del gobierno de Lula da Silva y candidata a la presidencia por el Partido de los Trabajadores”, añade.

Subraya Pérez que es mucho lo que enseña este proceso, resaltando que “las clases no se suicidan” y que quienes por siempre se han beneficiados del predominio de gobiernos corruptos y represivos siguen siendo un factor aun decisivo en el escenario político latinoamericano, mas cuando cuentan en ocasiones con el apoyo directo o en el menor de los casos con el silencio cómplice de sectores externos poderosos.

Concluye: “este dato de la realidad no debe de ser obviado por quienes empujan el proceso de democratización de la región, lo cual debe y tiene que ser acompañado por un mayor nivel de unidad y cooperación entre los factores progresistas y de izquierda continental sean parte o no de los gobiernos, así como de su desarrollo y fortalecimiento a partir, sobre todo, de un ejercicio ético de la política y de un marcado compromiso son los sectores mas desprotegidos económica y socialmente”.

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