El periodista y consultor en comunicación, Víctor Bautista, afirmó que el periodismo es una iniciativa y un ejercicio constante contra el poder por su propia naturaleza, y no es que los periodistas y las periodistas sean rebeldes ni que estén sentados en una barricada para lanzar dardos o tiros a todo el mundo.
En su disertación en las clases virtuales del Diplomado de Periodismo Ético, Bautista, precisó que la naturaleza del real periodismo, del auténtico, es que realmente suele ser muy incómodo, porque tiene que informar de manera integral y para hacerlo tiene jugársela y que morder, pellizcar y alguien sale afectado.
El diplomado es organizado por los ministerios de Educación Superior, Ciencia y Tecnología y de Economía, Planificación y Desarrollo, así como la Universidad Autónoma de Santo Domingo y el Colegio Dominicano de Periodistas.
A juicio de Bautista la coherencia y la honestidad en el periodismo es un punto clave. “Tenemos en nuestro ejercicio una crisis de honestidad grave y que se ve en los cambios de posiciones permanentes en función de la coyuntura o de los intereses personales que tenga quien está emitiendo la opinión.
El columnista y editorialista indicó que hay un mercado de compra de opinión que la hace variar. Manifestó que un periodismo con integridad siempre busca ofrecer la información completa, evitar el dominio de una sola fuente, pero también tiene que evitar la negación del derecho a réplica.
“La noticia o el comentario basado en rumores es una barbaridad y un abuso, las censuras de temas que no son simpáticos o que van contra nuestra creencias, religión, ideología o punto de vista es también una barbaridad”, expresó Bautista, quien expuso el tema “Periodismo: Emprendimiento y Empresariado”.
Asimismo, manifestó que la ética no se inocula, sino que es una decisión personal y voluntaria. “Usted decide por cuenta propia autoregularse”, afirmó.
Entiende que informar y comentar con precisión son los caminos para evitar los zarpazos del poder con pruebas irrefutables.
Sostuvo que un periodista íntegro en su oficio se parece mucho a un juez que no puede fallar para favorecer intereses colectivos, porque la justicia no es un concurso de popularidad, sino que tiene que tomar decisiones sobre la base de lo que establece la ley.