JUAN M. RAMIREZ
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La politiquería, el hacinamiento social, los cinturones de miseria en torno a las grandes ciudades, así como la  falta de educación, son los responsables del auge de la violencia que afecta al país.

 Con esa afirmación  concluyó el primer conversatario: “Sociedad, Violencia y Cultura de la Paz”, organizado por la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica.

En las conclusiones leídas por el sacerdote Fray Arístides Richardson, coordinador de la Pastoral Penitenciaria, consideró que las grandes desigualdades sociales son caldos de cultivo para que las personas reaccionen de manera  violentas ante cualquier situación.

Asimismo sugirió a la Secretaría de Educación para que implemente en las escuelas la asignatura de moral y cívica, ya que estas condiciones se han perdido en la sociedad.

“Hace falta una reinversión de proyectos de todos los líderes de la República Dominicana en materia política para que se acometan acciones que promuevan la educación”, precisó. 

Durante el conversatorio efectuado en el local de la Conferencia del Episcopado Dominicano, se concluyó con gran preocupación sobre el crecimiento del uso de modas y costumbres extranjeras, que distancian al dominicano de su esencia y su origen cultural.

El conversatorio lo encabezó monseñor Juan Antonio Flores, presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria, y participaron sacerdotes y juristas preocupados por el estado de violencia en la República Dominicana.

El conversatorio enfatizó sobre la necesidad de fortalecer el núcleo familiar y que las inversiones no se concentren solamente en las grandes ciudades, también en las marginadas.

También enfocó  que se fortalezca la familia para que no  se diluya  ante el avance técnico.