Africa pone sus esperanzas en G-8

Africa pone sus esperanzas en G-8

SIRTE (Libia) (EFE).- Sumida desde hace años en un mar de palabras y promesas que no siempre se cumplen, la Unión Africana empieza a ver la luz al final del túnel, ante la voluntad de Occidente de ayudarla a salir del subdesarrollo.

Esta es la impresión que trasciende de los debates del primer día de la V cumbre de una organización que intenta salir de la modorra y parálisis que caracterizó durante muchos años a su antecesora, la Organización para la Unidad Africana (OUA).

Mientras la OUA fue poco menos que inoperante en la solución de los conflictos en el continente, la UA empieza a tantear el camino contrario al haberse dotado de un Consejo de Paz y Seguridad con el mandato de intervenir en situaciones de crisis.

Así, en la región sudanesa del Darfur, la UA desplegó ya una fuerza de interposición que intenta no sin dificultades proteger a la población civil de las rivalidades entre las fuerzas gubernamentales y grupos rebeldes.

El problema está en que, a la hora de financiar los gastos de la operación, los africanos afirman que carecen de recursos y apelan de nuevo a Occidente para sacarlos del atolladero.

La propia UA vive una crisis financiera por la falta de pago de una parte de sus miembros, lo que entorpece realizar los proyectos que aprueban sus dirigentes.

A todo ello se enraiza el talante contrario de los dos discursos que dominan en las reuniones africanas, y que hoy volvieron a reaparecer en las declaraciones hechas por el líder libio Muamar Gadafi y el nigeriano Olusegun Obasanjo.

Este último mantiene una línea de moderación en las relaciones de la organización africana con el exterior y raramente busca la confrontación o los términos que molestan.

Obasanjo se felicitó hoy por la ayuda que prepara el grupo G-8 (los siete países más poderosos y Rusia) para relanzar el desarrollo de un continente donde el 40 por ciento de sus habitantes viven con menos de un dólar por día.

El presidente de Nigeria aconsejó a sus homólogos que mejor es reducir los discursos y dedicarse a negociar apoyos de la comunidad internacional sin referirse a los fantasmas del pasado.

«Tenemos que ir a una acción concertada entre todos nosotros y huir del cruce inútil de palabras», añadió de manera conciliadora.

En el extremo opuesto, Gadafi volvió a enarbolar la bandera del enfrentamiento con Occidente, extrajo las imágenes de expoliación de la época colonial y dijo que «no hay que suplicar ni pedir limosna» a los miembros del G-8.

La frase se inserta en el contexto del clima de populismo que impera en la «República de las masas» libia, donde son de rigor los puños alzados y los lemas movilizadores de manifestaciones encuadradas por los comités populares.

Los demás mandatarios africanos no quieren enfrascarse en esa aventura de choques ni parecen dispuestos, al menos por ahora, a subir el listón de sus exigencias.

En esta ocasión, además, la cumbre llega en el mejor momento para las ambiciones africanas, ya que los países occidentales anunciaron cifras concretas de su ayuda, empezando por la condonación parcial de la deuda exterior de catorce países del continente.

La Unión Europea, según hizo saber José Manuel Durao Barroso, se propone incrementar su ayuda financiera de manera muy considerable y se habla de 45.000 millones de euros en el 2015, de los que el 50 por ciento quedarían reservados a Africa.

Y, como era de esperar, la propuesta de Gadafi de constituir un Ejército único africano de un millón de hombres, volvió a quedar arrinconada por estimarse que sigue sin estar en sintonía con la realidad de un continente en el que cada país conserva con celosía sus privilegios nacionales. EFE

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