Agenda latinoamericana

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Bajo tensión instituciones brasileñas
Editada por Jonathan Wheatley, corresponsal en Brasil, con notas de Richard Lapper, Hal Weitzman y Adam Thomson
Dos sucesos de la semana pasada -un “apagón” en la aviación y una derrota salvada de las fauces del Congreso-, apuntan hacia una crisis que está asediando la segunda administración Lula, aún antes de empezar.

La crisis en la aviación parte del peor accidente de la historia de la aviación brasileña, el 29 de septiembre, en el cual murieron 159 personas y ha expuesto graves deficiencias en el control aéreo en Brasil. La semana pasada, la Policía brasileña dijo que dos pilotos estadounidenses involucrados en el accidente irán a juicio. Pruebas iniciales parecen señalar responsabilidad por todas las partes, pero al tratar a los pilotos sobrevivientes como la parte culpable y a todos los demás implicados como testigos, las autoridades se dejan ellas mismas abiertas a la sospecha de andar buscando chivos expiatorios.

Este es un sendero peligroso. Las fallas reiteradas en los sistemas del control del tráfico aéreo durante los últimos dos meses muestran la necesidad urgente de un cambio profundo en la forma en que se maneja la aviación civil en Brasil. Una transferencia dilatada de la administración de las autoridades militares a las civiles están en marcha, pero los resultados hasta la fecha no son nada estimulantes.

Menos tenebroso, en el plano inmediato, pero potencialmente con consecuencias más serias, es la derrota del gobierno en el Congreso el miércoles. El mes pasado, el presidente Luis Ignacio Lula da Silva -asumiendo responsabilidad personal por los “negocios” en el Congreso-, anunció un acuerdo con el ala opositora del oportunista PMDB, una alianza notoriamente frágil de intereses regionales.

La derrota del miércoles demuestra lo que muchos comentaristas han sabido siempre: que el apoyo del PMDB puede contar solo en la medida que venga bien a los intereses de los miembros individuales del partido. Al igual que la crisis en la aviación, es una nueva prueba del fracaso institucional en Brasil. También debilita más cualquier posibilidad de que el presidente pudiera tener que cumplir su meta de un crecimiento económico anual de 5%.

Venezuela pierde una oportunidad

Unas elecciones limpias, una derrota aceptada rápidamente y un presidente que ofrece abrir el diálogo con la oposición. Esa es la fórmula que ha creado un ambiente mejor en Venezuela, cuando el presidente Hugo Chávez empieza otro periodo de seis años. En los mercados financieros, esto se ha reflejado con nuevas alzas en las acciones -ahora, cerca de alturas históricas, después de depreciarse 123% en lo que iba del año- y una recuperación en el bolívar, cuya depreciación en el mercado paralelo (donde el bolívar se cambia cerca de 3,000 por dólar estadounidense, comparado con la tasa oficial de B2,150) alimentó la inflación previo a las elecciones del domingo anterior. Aunque el IPC anda por 15.8%, la tasa subyacente -excluyendo productos básicos con precios regulados- está más cerca de 25%.

En la superficie, entonces, debe ser un buen momento para aflojar más los controvertidos controles. Después de todo, el gobierno tiene un excedente enorme en la cuenta corriente y se lo puede permitir fácilmente. Permitirle a los negocios un acceso más cómodo a las divisas enviaría un mensaje político positivo a los opositores del gobierno.

Finalmente, sacaría dinero del mercado paralelo y amortiguaría la presión ascendente de los precios. Desafortunadamente, por muy sensible que resulte económica y políticamente, este tipo de cambio político es poco probable. La tendencia de los últimos meses ha ido en la dirección opuesta, con más dificultades para acceder a las divisas. Antes de las elecciones, CADIVI, la institución que maneja los controles, indicó que los usaría como herramienta para una política de “sustitución de importaciones”, poniendo la divisas en la tasa oficial más barata solo para productos no producidos en Venezuela. El miércoles, CADIVI impuso un nuevo impuesto de 15% a los artículos de lujo, como el whisky, los cigarrillos y hasta artículos para afeitarse, una medida que parece garantizada para que suban los precios.

Ecuador: El fin de la incertidumbre

Los inversionistas están cada vez más nerviosos con el próximo gobierno de Ecuador. Desde que Rafael Correa ganara las elecciones presidenciales del país hace dos semanas, los bonos ecuatorianos han estado decayendo sostenidamente, mientras los inversionistas asumen el criterio de que cuando Correa dice que quiere reestructurar la deuda, lo que está diciendo es que va a dejar de pagar. Este punto de vista se basa en comentarios que hizo Correa durante la campaña electoral, en la cual se negó a excluir una reestructuración al estilo de Argentina.

No son solo los poseedores de la deuda soberana los que están preocupados. Lo que se comenta en Wall Street es en qué medida un “default” de Ecuador pudiera tener un efecto dominó en los derivados de crédito, extendiendo la inquietud entre los tenedores de crédito cambiados de los cuales Ecuador es uno de los componentes.

Puede que Ecuador tenga una calificación de crédito asombrosa, pero mientras continúe el auge de los precios del petróleo, puede permitirse pagar su deuda. La interrogante real es, ¿qué está pensando Correa? La incertidumbre continuará pasando la factura hasta que el presidente electo diga lo que piensa. Es hora para que él ponga fin a las insinuaciones y deje en claro sus intenciones.

Comercio andino: ¿Un asesinato en mente?

A primera vista, la extensión por seis meses que ha concedido el Congreso de EEUU al régimen de tarifas bajas a cuatro países andinos, es un paso positivo.

Pero la sospecha en América del Sur es que, con los demócratas en el poder en el Capitolio, la liquidación de las preferencias comerciales para Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia ha sido simplemente aplazada, en lugar de cancelada. Perú y Colombia se mantienen esperanzadas de que el Congreso de EEUU aprobará acuerdos comerciales bilaterales con ellos en los primeros dos meses de 2007. Sin embargo, está claro que la atmósfera en los comités del Congreso no será propicio.

Para Ecuador y Bolivia, mientras tanto, el panorama es sombrío. Gobiernos de izquierda en ambos países han excluído un acuerdo bilateral con Washington, lo que coloca a decenas de miles de empleos en peligro. Probablemente, esto alimentará la retórica anti-EEUU en dos de los países más pobres de América del Sur, reducirá más la influencia estadounidense en la región y le hará casi imposible a Washington continuar tras la “guerra contra las drogas”.

Los valores mexicanos siguen en ascenso

Los analistas pronostican que la carrera de cuatro años en la bolsa de valores de México, que acaba de producir otra cadena de alzas, tocó su pico y que los precios de las acciones van a empezar a resbalar. Las ganancias, dice el argumento, no ha mantenido el paso de los precios de las acciones, el riesgo político están aumentando, y el ablandamiento de la economía de EEUU le propinará un doloroso golpe al impresionante crecimiento reciente de México.

Pero no hay que apresurarse a comprar esta idea. Las ganancias, por una parte, están resultando ser sorprendentemente resistentes. Todo el año, las compañías mexicanas han sorprendido a los analistas con ganancias superiores a las esperadas, y las cifras del tercer trimestre no son excepción. Las compañías se están beneficiando de un fuerte crecimiento económico del país, mientras continúan ganando  una mayor eficiencia.

Esta combinación persuadió recientemente a UBS Investment Research, en Ciudad de México, para que estimara el crecimiento de los ingresos corporativos en 2007 de 15.7%, comparados con el 15% este año, con un retorno saludable en las acciones corrientes para ambos años de 23%. También incrementó su estimado de 12 meses para el índice de acciones a 28,600, de solo 22,350 estimado en abril.

En la parte del riesgo político, Andrés Manuel López Obrador no ha logrado hasta ahora producir el grandioso movimiento de resistencia civil que, según  prometió, le haría la vida imposible a Felipe Calderón, el presidente centro-derechista. Una encuesta reciente mostró que los mexicanos están dispuestos a apoyar a Calderón o, al menos, a darle el beneficio de la duda.

Finalmente, el crecimiento económico de México es casi seguro que pierda velocidad el año próximo, del estimado 4.5% este año. Sin embargo, es probable que se mantenga en el rango alto de 3%, a pesar del debilitamiento del crecimiento en EEUU. Los fabricantes de autos es probable que continúen desplazando la producción al Sur de la frontera, aportando el piso para las exportaciones de productos industriales y manufactura. El crecimiento será apoyado más por el entorno de bajas tasas de interés de México, y su “boom” de la vivienda que, según dijo Calderón, trabajará por estimular. Mientras tanto, los precios del petróleo probablemente se mantendrán altos y el flujo impresionante de las remesas desde EEUU continuará creciendo.

Decir que ya se llegó al tope en el mercado siempre resulta un juego difícil y peligroso. Hacerlo en México ahora no es ninguna excepción.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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