Agenda latinoamericana

Agenda latinoamericana

En Latinoamérica está en marcha un proceso de cuestionamiento a la respuesta que el sistema de partidos tradicionales, que es la base de sustentación de la democracia representativa, ha dado a las necesidades de los pueblos.

Se ha producido, dentro de la misma democracia, una especie de sacudida que ha inclinado hacia la izquierda el ejercicio del poder en Panamá, con la elección de Martín Torrijos; en Venezuela, con Hugo Chávez; en Brasil, con Luiz Inacio Lula da Silva; en Ecuador, con Lucio Gutiérrez; en Chile, con Ricardo Lagos; en Argentina, con Néstor Kirchner y más recientemente en Uruguay, con el ascenso al poder de Tabaré Vásquez.

Cuba, que desde 1959 es gobernada por un régimen de extrema izquierda, es una excepción que hay que anotar. Allí el liderazgo en el mando desechó las herramientas de la democracia para valerse de la fuerza, la lucha armada.

-II- Este proceso latinoamericano, esta tendencia de los países citados, lo primero que deja claro es la decidida preferencia por la democracia representativa. En cambio, los movimientos que han llevado al poder las fórmulas de izquierda están indicando, claramente, que la democracia y los partidos que la sustentan tienen que dar respuestas más adecuadas a las necesidades de los pueblos.

A esta fórmula ha arrastrado el hecho de que los partidos tradicionales se han autodesgastado por un manejo desaforado de las ambiciones de sus dirigentes y por un pésimo desempeño en el ejercicio del poder en cada uno de estos países.

El común denominador que indujo este viraje a la izquierda en la mayoría de los países latinoamericanos fue el crecimiento de la pobreza, el desempleo, degradación de la calidad de los servicios públicos, la corrupción y la delincuencia impune.

Los regímenes desplazados en cada uno de esos países, cuando no fueron indiferentes ante estos problemas, fueron cómplices de muchas violaciones.

III En la República Dominicana, en mayo del año pasado, el resultado electoral tuvo un componente de castigo hacia el régimen que concluyó su ejercicio el 16 de agosto del 2004.

Se entiende que un pueblo busque alternativas y variantes de solución dentro del esquema de su preferencia, en este caso la democracia, sobre todo cuando un partido tradicional, desde el mismo poder, se desmorona por desmedidas ambiciones de sus dirigentes.

El punto de agenda debe ser, entonces, que los partidos políticos tradicionales revisen profundamente su conducta ante los pueblos y que no pretendan forzar desde la oposición las soluciones que no fueron capaces de acometer cuando agotaron su turno en el poder.

En ese mismo punto cabe anotar que los partidos, y particularmente los de nuestro país, se esfuercen por dar un cambio cualitativo y mejoren su comportamiento ante los problemas del pueblo, de manera que puedan volver a ser objeto de confianza.

El cambio hacia la izquierda en Latinoamérica ha sido, sin duda, espontáneo y libre. Curiosamente, no ha habido influencia de potencias con esta tendencia, como ocurrió en el caso de Cuba cuando existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Los partidos deben tener en agenda fórmulas de mejoramiento de conducta que convenzan a sus miembros, a los países todos, de que las propuestas que hagan están dirigidas a resolver problemas, a implantar un verdadero sistema de justicia inspirado en el respeto y la aplicación irrestricta de la ley, muy especialmente para los saqueadores del erario; propuestas que también combatan la miseria imperante y logren una justa redistribución de la riqueza.

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