Editada por Richard Lapper, con notas Adam Thomson y Hal Weitzman y el editor
El paisaje post-electoral de México ha sacado lo peor de los dos principales candidatos del país: Felipe Calderón, del centro-derechista Partido de Acción Nacional (PAN) y Andrés Manuel López Obrador, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). Amlo, como se le conoce popularmente al señor López Obrador, se negó a aceptar su estrecha derrota frente al señor Calderón y acusó a las autoridades electorales de manipular el conteo, aunque prometió incondicionalmente respetar su decisión.
Desde entonces, el señor López Obrador ha presentado chapuceramente pruebas mediante vídeos que demuestran el supuesto fraude. Además, muchos abogados dicen que el documento de 800 páginas que entregó al tribunal electoral del país como evidencias de juego sucio, y el cual deberá proclamar un ganador definitivo el mes próximo, es un modelo de cómo no armar un caso legal convincente.
Más recientemente, Amlo anunció que no reconocería el gobierno de Calderón y, lo más preocupante, hasta rehusó condenar las acciones de varios partidarios del PRD que la semana pasada intimidaron al señor Calderón.
El señor Calderón, por su parte, ha actuado en forma provocativa similar. Al negarse a esperar la decisión oficial del tribunal, anunció furtivamente que iniciaría una gira nacional para agradecerle al pueblo su respaldo. Lo hizo frente a un cartel de fondo que decía Presidente 2006-2012. Y se ha conocido que decidió después posponer la gira, aunque para muchos mexicanos resultó tarde para evitar el insulto.
En un país profundamente dividido por profundas líneas geográficas y de clase -el norte votó por el señor Calderón y el sur por Amlo en las elecciones más cerradas de la historia de México-, ambos candidatos deberían calmar las pasiones, en lugar de azuzarlas.
Si el tribunal confirma la victoria del señor Calderón, ordena un recuento parcial o total de los votos, o en caso extremo, convoca a nuevas elecciones, los próximos meses serán una prueba para el que termine con el poder. El nuevo presidente no tendrá un mandato claro de la población, y esas provocaciones de ambas partes solo dificultarán el tejido de posibles alianzas en el Congreso. Es el momento para que los candidatos dejen de pensar en su propio bienestar y empezaran a pensar en su país.
La medida fiscal de Colombia
Colombia ha estado actuando para facilitarle la vida a los inversionistas internacionales en sus sectores de recursos naturales, enfrentando la tendencia de la región. Sin embargo, a pesar de su enfoque económico liberal, el país tiene uno de los sistemas de impuestos menos favorables a los negocios del mundo. En verdad, de acuerdo con al más reciente Doing Business Survey, la encuesta preparada por la Corporación Internacional de Finanzas, Colombia fue el sexto país con peores resultados en cuanto a la facilidad para pagar impuestos, solo mejor -marginalmente- que Argelia, Ucrania, Congo, Mauritania y Bielorrusia, pero sorprendentemente, peor que sus vecinos latinoamericanos Bolivia y Venezuela.
Por esa razón, el anuncio del presidente Álvaro Uribe el pasado jueves, de que su nuevo gobierno daría prioridad a las medidas que simplificarían el sistema, será muy bien recibido. El número de regulaciones fiscales se redujo de más de mil a menos de 300. Esto pudiera sonar impresionante, pero el problema está en los detalles. El impuesto al valor agregado se ampliará ostensiblemente, pero se seguirá cargando de acuerdo con tres tasas diferentes y se admite que será menos de la cifra actual de nueve.
Los riesgos de la dependencia de materias primas
Es raro que el señor Fidel Castro señalara el riesgo de la exposición de América Latina a las caídas en los precios de las materias primas en la cumbre del MERCOSUR, el viernes pasado. ¿Fue un mensaje codificado a la Venezuela de Hugo Chávez? Después de todo, ningún país es tan dependiente del auge de las materias primas. De acuerdo con un estudio de Cem Karacadag, de CSFB, en Venezuela, Argentina y Ecuador dependen en un 60% de sus ingresos por exportaciones de productos básicos, mientras que Venezuela, con México y Ecuador, también dependen mucho de sus ingresos del petróleo para recaudar impuestos.
El señor Karacadag llega a la conclusión que la dependencia general de América Latina de las materias primas ha aumentado. Pero también dice que la fuerza continua de la demanda global puede decirse que disminuye la probabilidad de un vuelco fuerte y rápido en los precios de las materias primas en un plazo cercano.
Otros aspectos del informe son también buenas noticias para el líder venezolano. Aunque los precios promedio de las materias primas se han duplicado en términos reales desde 2002, los precios siguen estando por debajo de sus niveles promedio históricos del periodo entre 1970 y 2005, y muy inferiores a los niveles de los años 70.
¿La revancha de Chávez?
A primera vista, la carrera presidencial de Ecuador se parece bastante a una reposición de las elecciones de Perú hace algunas semanas.
Hay una mujer en el bando de la derecha, Cynthia Viteri, de los Social Cristianos, ahora el candidato más amistoso hacia el mercado. Rafael Correo, un ex ministro de Finanzas y aliado de Hugo Chávez, está apostando por la izquierda nacionalista radical. En el medio está León Roldós, un ex vicepresidente experimentado, cuya retórica de centro-izquierda hasta ahora ha ido mejor con los votantes potenciales.
Las encuestas muestran al señor Roldós con una ventaja de 10 puntos sobre la señorita Viteri, mientras que el señor Correa va en el tercer lugar. Pero es demasiado temprano apostar que en Ecuador seguirán los pasos del vecino del sur.
Las muestras de los sondeos se concentran en las ciudades, favoreciendo al señor Roldós, cuya base es Quito, y la señorita Viteri, cuya plaza fuerte es Guayaquil. Al igual que Alan García logró ir a una segunda ronda al beneficiarse de la lucha entre los dos corredores punteros, el señor Correa -impulsado por un voto rural oculto-, pudiera lograr el segundo puesto en las elecciones del 15 de octubre.
Además, más de la mitad de todos los electores están indecisos. Hugo Barber, de Perfiles de Opinión, una encuestadora local dice que es el nivel mayor de incertidumbre que había visto en este punto del ciclo electoral.
Una segunda ronda de votaciones Roldós-Correa enfrentaría a un comunicador experimentado, pero con poco brillo, con uno de abajo, pero carismático. El señor Correa puede que se haya revelado un tanto incompetente en su labor civil, pero en lo fundamental es probable que resulte la opción más impresionante. También, después de la expulsión de Occidental y la confiscación de sus activos, el punto medio del camino en Ecuador se ha desplazado hacia él.
Las elecciones en Perú y México en los últimos meses han visto como los candidatos radicales han sido desplazados por los centristas. Pero Ecuador pudiera darle solaz a las aspiraciones del señor Chávez de influir en la región.
Límites de la ortodoxia
Al designar un banquero fiscalmente ortodoxo como ministro de Finanzas, Alan García, quien asume el mando este viernes 28 de julio, ha colocado un pilar firme para corregir el desastroso registro económico que infligió a Perú durante su presidencia de 1985-1990.
Analistas en Lima y Wall Street hicieron ruidos tranquilizadores. Luis Carranza pudiera ser capaz de asegurar la continuación del crecimiento económico de Perú, impulsado por las exportaciones -6.7% el año pasado y más de 6% este. Sus instintos serán limitar el gasto, mantener baja la inflación y una tasa de cambio estable.
El precio real será asegurar el estatus de grado de inversión, que según los analistas es posible teóricamente dentro de unos 18-24 meses. Esto atraería mucho mayor interés en los ricos depósitos minerales de Perú, impulsaría el sector agrícola y la creciente industria turística.
Pero la valla del grado de inversión no es tanto fiscal, como institucional y social. Para garantizar una mejor calificación, el señor García necesitará mostrar no solo que puede mantener la ortodoxia financiera de su predecesor, sino que es capaz de mejorar la seguridad jurídica y traer estabilidad política que viene aparejada a un desarrollo social más extendido.
Con bajas expectativas y una profunda insatisfacción en gran parte del país, tendrá que actuar rápido para mejorar su reputación de instituciones desacreditadas y abrir los beneficios del crecimiento económico a la mitad de los peruanos que viven con menos de US$2.00 al día.
VERSION: IVAN PEREZ CARRION