Agenda latinoamericana
Las perspectivas de Correa

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EDITADA POR RICHARD LAPPER, CON NOTAS DE JONATHAN WHEATLEY, ADAM THOMSON, BENEDICT MANDER Y EL EDITOR.

En la última década, ningún presidente ecuatoriano a terminado su mandato constitucional en el cargo. Y parece ser una buena apuesta que Rafael Correa, el aliado radical de Hugo Chávez, de Venezuela, que asumió el mando ayer, tampoco esté el tiempo completo.

Sin experiencia, y sin un partido político propio, Correa parece haber gastado la mayor parte de su tiempo desde que resultara electo, en noviembre, creando enemigos. Los planes de reestructuración de la deuda han preocupado a los mercados financieros, el cierre propuesto de la base militar de Manta ha preocupado a Washington, y la planeada reforma constitucional está recibiendo la oposición de las élites políticas tradicionales de Ecuador, especialmente las que están radicadas en la mayor ciudad del país, Guayaquil.

Es cierto, Correa logró ganar un aliado la semana pasada cuando persuadió al expresidente Lucio Gutiérrez que apoyara sus planes de convocar a un referéndum sobre la reforma constitucional. El Partido Sociedad Patriótica de Gutiérrez ganó 24 de los 100 asientos en el Congreso, y el acuerdo le ha permitido a Correa -respaldado por diputados de nueve partidos pequeños, en su mayoría de izquierda- reunir una ligera mayoría legislativa.

Teóricamente, eso deberá calmar las tensiones políticas inmediatas. Siempre optimistas, algunos analistas del mercado creen que un Correa fortalecido es menos probable que continúe con sus planes de reestructuración de la deuda. Sin embargo, esto sigue pareciendo una Presidencia inestable. El nuevo corredor del poder, Gutiérrez, fue un líder notablemente inconsistente antes que el Congreso lo sacara del cargo, en 2005. Y en Ecuador, las alianzas políticas generalmente suelen durar menos aún que sus Presidencias.

LOS ROLLOS EN EL MERCOSUR
Esperen que el MERCOSUR se enrede más todavía cuando los líderes de los cinco miembros de la unión aduanera sudamericana se reúnan en Río de Janeiro, el jueves, para una cumbre de dos días. Y que Venezuela, que se incorporó al grupo el año pasado, es probable que esté en el centro de cualquier controversia.

Por una parte, se puede confiar que el presidente radical Hugo Chávez irritará aún más a sus cautelosos anfitriones brasileños con la promoción de los beneficios para la región del “Socialismo del siglo XXI”. Por otro lado, la oferta del aliado de Venezuela, Bolivia, de convertirse en el sexto miembro del club, va a crearle un dolor de cabeza a los negociadores. Actualmente, Bolivia es un miembro asociado, al igual que Chile, Colombia, Ecuador y Perú.

Si Bolivia se incorporara, tendría que aceptar las tarifas externas comunes del MERCOSUR, que con un promedio de 12% son mucho más elevadas que su propio promedio de 5%. Esto requeriría un aumento en la protección.        

Pero cualquier medida de Brasil, Argentina y Venezuela para permitir una excepción, incrementaría las fricciones con Uruguay y Paraguay, los dos miembros más pequeños del MERCOSUR, que han tratado infructuosamente de negociar sus propias aplicaciones más flexible de reglas de tarifas externas.

EL ARRANQUE SENSATO DE ORTEGA
La semana pasada, Managua fue anfitrión de un jubileo de socialismo. La ceremonia de toma del juramento del presidente Daniel Ortega, el nuevo presidente de Nicaragua, fue notable por los exabruptos anti-imperialistas de Evo Morales, el presidente de Bolivia, el ataque a las compañías multinacionales por parte de Hugo Chávez, de Venezuela, y la decisión doble de Ortega de unirse al ALBA, el grupo político de estados de izquierda de Chávez, y de restablecer relaciones diplomáticas plenas con Cuba.

Esto pudiera crear alarmas en algunos sitios, pero nada debe causar sorpresa. Es cierto que Ortega le dió a Chávez la bienvenida que no recibió otro líder de los que asistieron a la ceremonia. Sin embargo, es precisamente ese tipo de gestos lo que ha ayudado al líder sandinista a asegurar las promesas venezolanas de una ayuda generosa, económica y social, que tanto necesita Nicaragua.

Lo mismo es válido para incorporar su país al ALBA, del cual ya Venezuela, Cuba y Bolivia son miembros -una medida que los expertos concuerdan en que le garantiza el respaldo político y económico de Chávez sin necesidad de caer en otros compromisos más duros o vinculantes.

Si se analiza el discurso de aceptación del Ortega, y algunos comentarios posteriores, lo que más resalta es la ausencia de retórica socialista.

Por supuesto, estamos en los primeros días, y la continua vaguedad de Ortega sobre política económica no es garantía de que no vaya a acoger la marca de socialismo de Chávez más adelante. Pero hasta ahora, el ex-líder guerrillero de 61 años ha jugado su mano de manera sensata. Ha hecho lo que tenía que hacer para asegurar el tipo de apoyo financiero que tan conspicuamente ha estado ausente de las relaciones de Nicaragua con Estados Unidos. Al mismo tiempo, ha evitado los deslices populistas en los que muchos de sus detractores pensaron que caería.

EL IMPUESTO A LA SOYA DE ARGENTINA
Los agricultores argentinos ya tienen que estar muy acostumbrados a la intervención del gobierno en el sector: en el último año, han tenido que cargar con prohibiciones a la exportación y restricciones a la carne, el trigo, el maíz, productos lácteos; aumento en los gravámenes a las exportaciones y controles a los precios, todo ello con la intención de controlar la inflación. Pero hasta la semana pasada, los que se especializan en la soya, se mantenían ilesos, en gran medida.

Pero ya eso se acabó. La idea esta vez es que el gobierno utilice los US$400 millones en ingresos adicionales generados por el incremento en los impuestos para subsidiar el trigo, maíz y algunos otros productos agrícolas, con el fin de controlar las presiones inflacionarias. Productos como el pan, pastas y carne, que representan un pedazo significativo de la canasta vigilada para medir la inflación, serán convertidos en el blanco.

Los controles a los precios, hasta ahora, han tenido un éxito razonable. La inflación se ha hecho bajar a cifras de un solo dígito, de acuerdo con las cifras publicadas recientemente (9.8% para 2006, comparadas con 12.3% en 2005). Pero las presiones inflacionarias distan de estar derrotadas, y algunos analistas incluso están pronosticando una ligera alza este año, por lo cual la presión no parte del sector agrícola.

Parte de incrementar la probabilidad de más huelgas de agricultores este año (hubo dos el año pasado), este tipo de medidas no va a ayudar al ya afectado clima empresarial de Argentina. Sin embargo, se necesita un nivel más alto de inversión, si es que se pretende eliminar adecuadamente la amenaza de inflación.
VERSION AL ESPAÑOL DE IVAN PEREZ CARRION

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