La mermada credibilidad en la Policía con el resurgir de «intercambios de disparos» con características de ejecuciones sumarias adquiere mayor fundamento por las versiones de prensa sobre dos hechos que costaron la vida a al menos siete hombres, incluyendo a dos agentes descritos como miembros también de una banda delictiva abatidos por sus propios compañeros de institución. Vecindarios de Santiago y Los Alcarrizos fueron estremecidos ayer y antier por ofensivas a tiro limpio en una de las cuales fue allanada una morada antes de la hora que la ley permite, embestida que hizo suponer a los residentes que estaban siendo atacados por la delincuencia en vista de lo incorrecto del operativo en que fue segada la primera vida de sangrientos episodios.

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Se atribuye a los agentes actuantes la desaparición inmediata de los residuos de su proceder consistente en casquillos de los proyectiles disparados hacia una casa habitada. De ser cierto que además desmontaron para ocultamiento las cámaras de videos que en el lugar funcionaban, se estaría ante una grave alteración de escena tras un suceso pendiente de investigación por el Ministerio Público, lo que debería acarrear consecuencias judiciales.

En nombre de la ley y la verdad, proceden las indagatorias desvinculadas de la Policía, lo que rara vez ocurre, dejándose al criterio del cuerpo del orden, cuan juez y parte, calificar sus propias acciones de fuerza. Una omisión harto sabida que no inmuta a autoridades competentes.