Agflación

Agflación

e.klinger@academiadecienciasrd.org 
No se trata de una nueva enfermedad cuyo origen se le achaque a los laboratorios, no es tampoco un insecto recién descubierto ni, por empezar por “a”, no se refiere al nombre del primer huracán de la temporada en el Atlántico. Sin embargo, está teniendo un efecto de contagio, ya el mundo se encuentra ante la preocupación de que lo pueda “picar” y se nos advierte de los efectos devastadores que están teniendo vientos huracanados y de lo que se nos viene encima.

Se trata de un nuevo término de la economía mundial que se ha propagado en inglés, “agflation” y su equivalente en español podemos leerlo como “agflación”.

He hablado de la “inflación”, producto de un exceso de circulante que provoca aumento de precios; también he hablado de “estanflación”, escenario en que se manifiesta, simultáneamente, un proceso inflacionario con una recesión.   La agflación – conjunción de las palabras “agricultura” e “inflación” – pretende dar cobertura teórica a la crítica situación que se está produciendo con la elevación descontrolada de los precios de los alimentos. Según muchos analistas lo peor parece no haber llegado aún.

Muchos han advertido que la situación pudiera estarnos llevando a un escenario hiper crítico con el precio duplicándose en cinco a diez años y, consecuentemente, un crecimiento dramático de la pobreza en general y de la hambruna en particular en todo el planeta. Dejémonos de discursos y perder el tiempo en ilusiones trasnochadas; no nos engañemos con las llamadas “metas del milenio” que se suponía que nos llevaría a la reducción de la pobreza para el 2015.

Los retos que se han levantado ante nosotros presagian situaciones brutales con más zozobra a muchos países y a la población mundial. No soñemos y veamos la pesadilla que se nos viene encima. No basta con que nos preocupemos, tenemos mas bien que ocuparnos y con urgencia.  

Entre la crisis del precio del petróleo y el impacto que produce en los costos de producción, la creciente demanda de algunas economías como China e India y, muy en especial, la tendencia a dedicar cosechas y terrenos a la producción de bio-combustibles están agravando la situación del mercado internacional de los alimentos.

Si no detenemos a tiempo esta situación y la neutralizamos, veremos  inestabilidad política y crisis de las democracias y todo ello devendrá en caldo de cultivo para el terrorismo. En la reciente cumbre de la FAO se acordó buscar 6,500 millones de dólares para incentivar la producción agrícola. Eso es mucho menos de lo que se gasta en una semana de guerra. Hagamos una guerra preventiva contra el hambre.

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