Agradecimiento, gratitud e inclusión

Agradecimiento, gratitud e inclusión

Cada día me sorprendo más de cómo podemos llegar a ser los humanos… Cuando subimos se nos olvida que un día estuvimos abajo. Si llegamos a ser ricos, olvidamos lo que vivíamos cuando éramos pobres, cuando llegamos a ser jefes olvidamos que empezamos siendo recepcionista, y así vemos muchas abuelas que aparentemente olvidaron lo que un día pasaron cuando eran madres de hijos pequeños. De esta manera, vemos cómo podemos llegar a ser ingratos con lo que la vida nos regaló, prefiriendo vivir ciegos, mudos y con memoria selectiva, mientras disfrutamos nuestro hoy sin recordar la mano que necesitamos que un día nos tendieran, la consideración y condescendencia que un día tuvieron con uno y el empujón que un día nos dieron para llegar donde estamos.
Yo pienso que el agradecimiento y la gratitud no parecen importantes para la mayoría de las personas, pero evidentemente Dios ve las cosas de una forma bastante diferente. Y la ingratitud se ha entendido como uno de los síntomas de una sociedad en peligro.
Se percibe que ser ingrato conlleva un rechazo subyacente de Dios, porque si no reconocemos lo que Él ha hecho por nosotros, estamos poniendo algo más en su lugar, y esto no solo demuestra que estamos desconectados de la realidad, sino que generalmente significa que estamos haciendo un dios de nosotros mismos.
Pero resulta que, si ignoramos las bendiciones del Señor y las contribuciones de otros, creamos puntos ciegos que nos impiden ver todo el cuadro, y estos puntos ciegos pueden impedirnos percibir los errores de nuestro camino. Es una ley del universo que el orgullo antecede a la caída.
Por eso, no deja de ser cierto que el centrarse en uno mismo y la ingratitud imperan en los que nos rodean, lo que conlleva a una falta de intimidad y aislamiento, pero la ingratitud puede destruir las relaciones e impedir que se formen otras nuevas.
No debería haber mayor satisfacción en lo que hacemos que servir y hacer felices a las personas, eso no tiene precio, y eso lo podemos hacer de mil maneras, saber que podemos ayudar a todas y cada una de las personas que están a nuestro alrededor: un buen consejo, una mano extendida, una sonrisa, una palabra de aliento, son tantas las manifestaciones de aprecio que podemos revelar en cada una de nuestras actuaciones, que me gustaría ver si es posible que todos los días al despertarnos, repitamos: “Hoy haré algo grande por mi y por los demás, afuera me espera alguien en quien puedo dejar huellas”.
Cultivar una actitud de gratitud se ha relacionado con una mejor salud, un sueño más profundo, menos ansiedad y depresión, una mayor satisfacción a largo plazo con la vida y un comportamiento más amable con los demás. Un nuevo estudio muestra que sentir gratitud hace que las personas sean menos agresivas cuando son provocadas.

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