“¡Agradecimiento vial!”

“¡Agradecimiento vial!”

¡Una tarde llena de grandiosas experiencias!… Acabo de llegar a la clínica para ayudar a la Tía Nelly, que ha sufrido un inesperado accidente… He subido cuatro pisos hasta la habitación que le han asignado… El ambiente está excepcionalmente limpio y eso me ha impresionado… -Así comenta para sí Píndaro, mientras recorre cada rincón del centro hospitalario-.

No han pasado unos quince minutos y Píndaro se encuentra, frente a frente, con un amigo de varios años… Su cara está compungida y proyecta tristeza e impotencia… Sin embargo, no han acabado de encontrarse y ambos empiezan a ponerse al tanto de lo que les ha ocurrido a ambos y el por qué de su presencia en esas condiciones…

“¡Hola Joaquín! –exclama Píndaro-… ¿Qué te trae por aquí?”… Ante él se encuentra Joaquín Sánchez, quien ha enfrentado la desafortunada experiencia de ver a su esposa Pilar sumida en un aparatoso accidente automovilístico, en la carretera del Este… “¿Por qué te veo tan demacrado?” -le cuestiona…

“¡Ay, Píndaro!” -le refiere Joaquín- “Esta tarde, he tenido dos momentos de gran trascendencia que nos afectan a mí y a mi familia… Uno muy desagradable y… otro gratificante… Mientras me encontraba en Punta Cana, recibí una llamada de emergencia: ‘Sr. Sánchez, le hablamos de la Unidad de Seguridad Vial… Creemos que debe venir de inmediato hasta el tramo ubicado justo al pasar del Río Duey en la Autopista del Este… Su señora esposa ha sufrido un accidente… En este momento la estamos transportando hasta el Hospiten más cercano para estabilizarla pero, por favor, le agradeceríamos viniera a retirar las pertenencias que estamos custodiando para usted hasta que llegue… Le estaremos esperando…’ -y completa su introductorio relato con un dejo de tristeza que no puede ocultar-… “Los primeros auxilios le han permitido rescatarle la vida… pero, los golpes han sido traumatizantes…”.

“¿Y, cómo ha sido para ti esta experiencia? -pregunta Píndaro-… “¿Qué te ha enseñado?”…

En ese momento, Joaquín mira fijamente a su amigo Píndaro… Se pasa su mano derecha por el mentón hasta peinar su cabellera y, luego, va bajándola hasta descansarla en su incipiente barba, la cual agarra firmemente… mientras suspira y susurra cabizbajo… “Este accidente, me ha enseñado dos cosas fundamentales… Una, es que jamás me habría imaginado que en este país contamos con un servicio de respuesta tan eficiente a las emergencias en nuestras carreteras… Tan pronto fui avisado, me puse tras el volante y en un tiempo récord llegué hasta el punto de encuentro con las autoridades que me habían avisado del accidente de mi esposa… Mi primera impresión fue la de tener frente a mí un carro destrozado, rodeado de unas cinco camionetas del Ministerio de Obras Públicas, cuyos ocupantes me demostraron completo control de la desagradable situación… ‘Señor Sánchez -me dijeron-, estas son las pertenencias de su esposa… Es lo que pudimos colectar para usted en el accidentado vehículo’… Abro mis manos… y, rápidamente, hago un reconocimiento de las mismas… Levanto mis ojos y, con plena convicción de que no ha faltado ni un alfiler, procedo a expresar al Oficial Encargado del operativo de rescate mi más profundo agradecimiento por la rápida respuesta que ha permitido salvar la vida de mi esposa…”.

“Y… ¿Verdaderamente te sientes tan agradecido de ellos, Joaquín?” -pregunta Píndaro-…

“En este momento -expresa Joaquín-, quiero reiterarte el reconocimiento que, muy pocas veces por cierto, hacemos público hacia ese valioso grupo de respuesta rápida vial que conforman efectivos militares en nuestras carreteras… Vayan pues mis parabienes para ellos… Y, que este esfuerzo no desmaye en estar ahí para nosotros, los que transitamos por ellas cada día…” –y, agrega- “Ojalá que este entrenamiento que es puesto a prueba cada minuto de sus turnos de trabajo, lo puedan combinar también con obligar a los conductores de vehículos pesados… guaguas de pasajeros, camiones… y aquellos vehículos livianos que transitan por la vía de la izquierda, que esa vía es usada para rebase solamente y no para mantenerse en ella ocasionando accidentes evitables… Es un deseo muy sentido, que quiero expresar junto a mi profundo agradecimiento…” concluye Joaquín, con la esperanza de que su experiencia sea tomada en cuenta para elevar la moral del importante equipo de trabajo de asistencia vial.

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