Agresividad a la inversa: niños que se hacen daño

Agresividad a la inversa: niños que se hacen daño

Desde el punto de vista psicológico, la agresividad es una manifestación de malestar, y no es necesario alcanzar la adultez para desarrollarla como un patrón de conducta persistente. Incluso los niños pueden presentar problemas de agresividad, no sólo  con los demás sino también consigo mismos.

Impulsados por sentimientos relacionados a circunstancias difíciles como una separación, divorcio, muerte, rechazo, abuso o alguna noticia dolorosa, los niños pueden mostrarse agresivos. Esta es una de las formas en que expresan lo que sienten, según la psicóloga Roxana González, quien asegura que los niños “expresan sus emociones por medio de cómo actúan”.

La especialista señala que los niños pueden reflejar su agresividad con comportamientos muy diversos. Es decir, pueden hablar en altos tonos de voz, reflejar  violencia en dibujos, morder o pelear con sus amigos, que es lo más común. Pero también es posible que el niño se ponga triste, se jale los cabellos, coma compulsivamente, se coma las uñas, comience a mojar la cama o ensuciar su ropa interior, o  a presentar tics nerviosos o tartamudez.

Tal como explica González, la agresividad no sólo se manifiesta hacia los demás, también se da con ellos mismos. “Ellos  pueden comenzar a expresarlo por medio de sus dibujos e incluso por cómo se refieren a sí mismos. Si lo hacen de manera despectiva se están autoagrediendo y lastimando. También hay casos de niños que se infligen dolor, se cortan e incluso se queman”, manifestó la psicóloga clínica infanto-juvenil.

¿Qué hay en estos niños? Mucho dolor, incomprensión y una situación que no saben cómo manejar. A diferencia del adulto, que puede decir con palabras lo que siente, al niño no se le da tan fácilmente ponerle palabras a sus sentimientos. “Los niños pequeños no tienen la facilidad de las palabras, ellos enseñan con su cuerpo lo que sienten. Por eso es tan importante observar los cambios de conducta en los niños pues eso nos dice mucho”, advierte la psicóloga.

Es por esto que los padres deben observar a sus hijos, preocuparse por saber qué sienten, cuáles son sus necesidades y, en consecuencia, tratar de enseñarles a expresar sus sentimientos de la manera correcta.

“Los padres deben manejar la agresividad desde antes que se manifieste, de manera preventiva, y cuando se manifiesta también, de manera correctiva. Desde antes, hablándoles de las emociones y enseñándoles a expresar lo que sienten de manera sana, para que no tengan que llegar a la agresión”, agrega González.

Si el niño se está portando de una manera diferente a la acostumbrada,  está peleando mucho o se está haciendo daño a sí mismo, es indicio de que algo no anda bien en su interior y que es hora de intervenir para frenar esta agresividad.

Más libertad.  Existe la percepción de que los niños de hoy son más agresivos que los de antes. La psicóloga objeta esta idea al argumentar que los niños de hoy no son más agresivos, sino que tienen una mayor libertad de expresar sus emociones. “Antes un niño no se atrevía a hacer una rabieta, hoy en día por la educación los niños no tienen miedo de expresar lo que sienten”, dice.

Las claves

1. Ejemplo

Muchos niños son agresivos porque copian el comportamiento que ven en sus padres.

2.   Expresión

Motive a su hijo a decir con palabras lo que siente. Si lo ve enojado, convérsele sobre el asunto. Dígale, por ejemplo, “Veo que estás enojado”, “Estás enojado pues no pudiste jugar con la pelota”. Póngale palabras a lo que el niño está sintiendo.

3.   Canalizar

Enséñeles a transformar su agresividad en una conducta más proactiva, dirigiendo sus energías a actividades creativas y positivas

4.   La basura, al zafacón

Ayúdele a no reprimir su agresividad o dolor pues esto sólo significa que la van a contener para otro momento y explotará más impulsivamente.

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