República Dominicana es en estos momentos objeto de un intenso accionar, criminal y hasta sangriento, que procede de bandas internacionales del narcotráfico con ramificaciones nacionales.
De un lado está la repetición constante de actos de resistencia a tiros y pedradas con que son recibidos los agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) en los lugares a que acuden a cumplir con su deber. Varios de ellos han muerto en las últimas semanas bajo el fuego asesino de traficantes perseguidos.
De otro lado, los vuelos subrepticios del acarreo de alijos procedentes de Sudamérica están a la orden del día. Ha quedado en evidencia el uso repetido de pistas ilegales y el lanzamiento de paquetes de sustancias prohibidas sobre lugares de la región oriental, preferentemente.
Es evidente que algún cártel ha intensificado el empleo de República Dominicana como puente para alcanzar los mercados que hacen tan lucrativa la venta de cocaína y heroína en Estados Unidos y Europa.
Por demás, la agresividad de los cuadros locales del negocio de los narcóticos podría interpretarse como un fortalecimiento de su poder en armas, dinero y organización. Disparan a mansalva sobre los agentes de la DNCD como si ejercieran como ha sucedido en el pasado- un exitoso acceso a informaciones internas sobre las labores de inteligencia de las autoridades como para no ser tomados de sorpresa.
Estamos entonces ante la posibilidad de una grave infiltración de grupos delictivos en el seno mismo de las maquinarias establecidas para combatir el más peligroso y fuerte de los tráficos ilegales: el de las drogas.
II
El hecho de que la DNCD esté confrontando con más frecuencia a los traficantes, descubriendo el bombardeo de drogas sobre el Este y detectando contrabando en los aeropuertos, sería una indicación de dos realidades: que se ha arreciado el cumplimiento de su papel; pero también que el organismo está sometido al desafío de un incremento de las operaciones ilícitas
¿Dispone en estos momentos la DNCD de suficiente personal e instrumentos para continuar con éxito una gran batalla contra el narco?
A primera vista parecería que no; y que resultaría imprescindible que la entidad obtenga mayor respaldo de otras instituciones.
En primer lugar, la vigilancia del espacio aéreo dominicano sigue siendo exiguo por carencias de la Fuerza Aérea Dominicana y por la debilidad que causa la ausencia de un efectivo sistema de radares.
Mucho se ha criticado que Estados Unidos de América no tome como un problema propio las insuficiencias locales para una efectiva vigilancia de rutas de navegación, a lo que esa potencia podría aplicarse incluso desde las vecindades del territorio nacional (y sin penetrar a él) por las que se mueve a sus anchas.
Es imprescindible también que la guerra contra el narcotráfico involucre mayor patrullaje marítimo a cargo de la Marina de Guerra, y de áreas terrestres a cargo del Ejército y la Policía; y un claro y contundente ejercicio de la Justicia.
La excarcelación fácil, los expedientes defectuosos e insostenibles y la falta de severidad de los tribunales han sido una fuente casi permanente de preocupación en República Dominicana.