En algunos casos de feminicidios los perpetradores cuentan a sus amigos cercanos los detalles del crimen antes de perpetrarlo, lo que lleva a estos últimos a aconsejarles que no lo cometan o a ayudarles a ocultar las evidencias, revela el estudio “Masculinidades y violencia de género en zonas rurales y urbano-marginales de cuatro provincias del país”, realizado por la antropóloga Tahira Vargas García.
Presentado por Profamilia, el sondeo fue elaborado en las cuatro provincias con más denuncias de violencia de género según la Procuraduría General de la República (PGR): Santiago, Duarte, San Cristóbal y el Gran Santo Domingo, arrojando también que en las familias nucleares, formadas por padres e hijos, es donde tiene mayor presencia la violencia de género.
Además, el estudio señala que existe una mayor permisividad con el acoso sexual que con la violencia de género, puesto que los victimarios no se identifican como “acosadores” y, en los casos donde la víctima es menor de edad, los perpetradores suelen justificar su conducta afirmando que “yo no violé a una niña, yo tuve sexo con una niña”.
“El acoso es la puerta de entrada a la violencia de género. Esto está legitimado que la gente condena la violencia de género y la muerte de la mujer, pero no condena el acoso; no hay barreras para la puerta de entrada”, enfatizó Vargas.
Confiar en las cifras. La ministra de la Mujer, Janet Camilo, defendió las cifras de 62 feminicidios durante este año que ofreció el pasado lunes la PGR, al argumentar que en muchos casos las muertes de mujeres primero se registran como homicidios y, luego de las pesquisas, se determina que se trató de un feminicidio.
“Siempre uno puede tener la visión de que las cosas no son como dicen que son, pero tener que aprender a creer en las instituciones y en el sistema de estadísticas que estamos creando en el Estado dominicano. Hasta el día de hoy esas son las estadísticas, esos son los cuerpos que se han levantado, pero sobre todo esas son las investigaciones que se han hecho y han demostrado que esos cuerpos levantados son producto de feminicidios”, manifestó.
Al preguntársele sobre los acuerdos para liberar agresores, suscritos por la Fiscalía de San Pedro de Macorís, la funcionaria insistió en que la violencia de género es un mal estructural en el país y que puede ser justificada por personas de cualquier profesión, incluido el personal del Ministerio Público.
“Los fiscales, los periodistas, los políticos, los empresarios, el ciudadano dominicano está educado bajo la misma cultura, que manda que el hombre es el que tiene la razón”, expresó.
Plan es un fracaso. Mirna Flores Chang, gerente del Programa de Género y Derecho de Profamilia, catalogó como un fracaso el Plan Nacional contra la Violencia de Género debido a los mencionados acuerdos y la opacidad en el sistema de consecuencias para los agresores y en el manejo presupuestario.
“El sistema de consecuencias ¿cuál ha sido? ¿Cuándo lo denuncia la prensa o un familiar? ¿Hay capacidad de negociar cuando un hombre ha puesto un cuchillo sobre la mesa?”, cuestionó.
La debilidad del autocontrol
Otra de las conclusiones a las que arribó este estudio de Profamilia es que el autocontrol como estrategia de contención de la violencia es débil; mientras que el enamoramiento y las relaciones de pareja “están mediadas por el cuerpo desde los estereotipos de atractivo y belleza que se han comercializado, lo que ha generado una legitimación del acoso y del descontrol del hombre en su relación con la mujer”.
Su metodología
Para la elaboración del estudio se utilizaron historias de vida, entre otras técnicas, para obtener información de hombre de distintos estratos sociales, de contextos rurales y urbano-marginales, así como de grupos etarios (adolescentes, jóvenes y adultos).