Los detalles que monseñor Agripino Núñez Collado se abstenía hasta este momento de revelar de su labor mediadora entre sectores en conflictos políticos y sociales por más de cincuenta años saldrán a la luz próximamente en su libro «Ahora que puedo contarlo …» primera entrega.
Su trato cercano con líderes de partidos políticos y de esferas sociales y eclesiásticas, gobernantes y jerarcas militares; sus impresiones y las actitudes y reacciones de los protagonistas que más se grabaron en su memoria. Su ejercicio sacerdotal y el importante papel que cumplió como vice-rector y rector de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra aparecen como datos útiles para la historia; lo mismo que para comprender la intensidad de rivalidades en el seno de la sociedad dominicana.
Núñez Collado relata en uno de los capítulos el impacto que recibió al presenciar fortuitamente en Santiago el cortejo con un ataúd que lo mismo podía simbolizar el entierro del Partido Revolucionario Dominicano que el de don Antonio Guzmán, escenificado al fragor de lo que llega a definir como «una especie de golpe de Estado electoral» a propósito de la intervención de las Fuerzas Armadas en el conteo de votos que pondría fin al periodo de doce años del Presidente Balaguer (1966-1978).
Lanzado por iniciativa propia a provocar alertas y pronunciamientos en defensa de la institucionalidad, para Agripino comenzó allí su papel de mediador que por situaciones de crisis políticas y sociales lo llevaron a jugar complicados papeles de componedor para superar antagonismos en 1978, 1985, 1990, 1994, 1996 y 2004.
Desde entonces se hizo habitual en el país recurrir a su intervención para procurar acuerdos y cese de guerras entre el Poder y sus adversarios y entre liderazgos internos, sobresaliendo como protagonistas de pronunciadas diferencias y episodios de crisis y riesgos para la democracia personas de los ámbitos partidarios, gubernamentales y electorales como Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Hipólito Mejía, Jacobo Majluta, José Francisco Peña Gómez , Juan Bosch, Leonel Fernández y Manuel Ramón Morel Cerda, entre otros.
Personajes señeros y de otras investiduras aparecen en la cronología de hechos en los que gestionó conciliaciones el ex-rector de la PUCMM como el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, monseñor Francisco José Arnáiz, el cardenal Octavio Antonio Beras, monseñor Hugo Polanco Brito y el obispo Roque Adames en el primer plano de lo clerical; y dirigentes empresariales de entonces como Víctor M. Espaillat, Nicolás Vargas, J. Armando Bermúdez (Poppy) Luis Noboa, Francisco J. Thomen, Alejandro Grullon, José Vitienes, Celso Marranzini, Elena Viyela de Paliza, Lisandro Macarrulla, José León Asensio y George Arzeno Brugal.
Núñez Collado argumenta para hacer públicos ahora las vivencias y testimonios de su vida y de sus protagonismos en la historia reciente, («recuerdos y anécdotas que nunca había hecho públicos») de que se trata de sucesos nacionales que podían poner en peligro la paz. «Los refiero ahora porque ya prescribieron». Así lo explica en su texto introductorio «Por qué ahora» contenido en volúmenes de edición especial que incluyen a modo de prólogo, palabras del historiador Roberto Cassá, director del Archivo General de la Nación. Este periódico tuvo acceso anticipado a una copia no autorizada.
Además de referirse al prolongado y angustioso episodio post electoral de 1978, el ex-rector describe las interioridades en que estuvo sumergido para superar, como vaso comunicante entre el Presidente Joaquín Balaguer y liderazgos empresariales, el proceso de inflación descontrolada y de crisis económica que estalló en el decenio de los 80, lográndose que el primer mandatario rectificara políticas que aislaban al país de organismos internacionales de crédito.
Más adelante dedica un capítulo a sus relaciones con el profesor Juan Bosch. Cuenta la forma en que el expresidente y hombre de letras fue excluido del otorgamiento de títulos honoris de la PUCMM a personalidades de relieve con el principal propósito de la academia de crear un clima de reconciliación en el país. Bosch no aceptaba juntarse con «gente del PRD» imprescindible para el homenaje en conjunto. De todos modos, el exmandatario cultivó y desarrolló relaciones muy cordiales con la casa de estudios y el autor de las memorias.
Dotar al país de un nuevo Código de Trabajo en el año 1992 estuvo precedido de diferencias profundas entre grupos empresariales y centrales sindicales que llevaron una vez más a situar a monseñor Agripino Núñez Collado a un punto medio entre ambos sectores y el propio gobierno del doctor Joaquín Balaguer. Accidentadas negociaciones dirigidas por el prelado desembocaron finalmente en un consenso sobre 736 artículos y a una distensión notable en las relaciones obrero-patronales.
Su libro contiene una complicada peregrinación en 1984 entre dos polos opuestos que sumieron al Partido Revolucionario Dominicano en crisis y rupturas que incluso lo llevaron a perder unas elecciones. En uno de los lados del cuadrilátero partidario estaba el doctor José Francisco Peña Gómez y en el otro el licenciado Jacobo Majluta, los que a pocos de coincidir en posiciones volvieron a un feroz combate.
Relata también cada arduo paso dado en 1991 en función mediadora entre el Gobierno del Doctor Balaguer y la gobernación del Banco Central, de una parte, y la Banca Privada en contraposición, tras surgir en el panorama de las relaciones entre ambos las llamadas «Normas Prudenciales» en intento de poner control en el sector financiero, las que finalmente fueron llevadas al plano de diálogo entre las partes.
El libro contiene además las «rebatiñas e incertidumbre en el proceso de cedulación y recomposición de la Junta Central Electoral» (1992); la crisis de 1994 con el desarrollo de una campaña electoral tensa y agresiva entre Joaquín Balaguer y José Francisco Peña Gomez; y la integración con avatares en 1996 de una nueva Junta Central Electoral de resultados positivos con la presidencia de César Estrella Sadhalá.