Agua para el Suroeste

Agua para el Suroeste

El Suroeste dominicano no tendrá nunca desarrollo mientras no se apague la sed
La ignorancia de la realidad geográfica e hidrológica de muchos dominicanos le exige que siempre empiecen negando una afirmación, que parecía evidente y, sin embargo, carece de fundamento. Es la que adjudica al Suroeste dominicano la condición de región seca. Al culpar a la sequía de los males de la región, ya no es preciso pensar en soluciones, puesto que se está predestinado a carecer de agua, como el hombre que recibe una enfermedad incurable , lo único que puede hacer es esperar su final. Es bueno recordar a los que así piensan, que lo único que demuestra la irregularidad de las lluvias en la región Suroeste, es su dependencia climatológica, mas, en modo alguno, puede definirse al Suroeste en su conjunto como una región seca.
Sin embargo, un puro concepto estadístico se ha convertido en el culpable de los males de la región, desatendiendo que la región recibe agua más que suficiente para sus necesidades actuales y futuras, aunque mal distribuidas en el espacio y en el tiempo y, mal aprovechada en sus diferentes usos. ¿Cómo puede considerarse seca una región que tiene una escorrentía media anual de 5,392 millones de metros cúbicos, de la cual 4,771 millones de metros cúbicos en promedio anual circulan por los ríos Yaque del Sur, el San Juan, el Macasías, El Artibonito, El Joca, el Mijo, Grande del Medio, Río La Cueva, El Jura, Tábara, El Caña, Los Baos, Pedernales, Yacahueque, Yabonico, Vallejuelo, Las Damas, Panzo, Guayabal, Nizaíto, San Rafael, y 621 millones de metros cúbicos corresponden a reservas de infiltración, que se depositan como agua subterránea en los acuíferos de Azua, Bahoruco, Independencia, Barahona, Pedernales y San Juan. De manera que, comparada con las regiones hidrográficas Yaque del Norte, Yuna, Atlántica y Este, la región Suroeste recibe de la naturaleza agua por encima de cada una de ellas. Por tanto, podemos concluir, que aunque haya precipitaciones mayores, el Suroeste seguirá padeciendo escasez de agua mientras no se sacie su sed.
¿Qué se requiere entonces para saciar la sed del Suroeste?: 1. Un Plan de Obras hidráulicas, vitales para la regulación, almacenamiento y aprovechamiento de las aguas disponibles. 2. La adecuación de la infraestructura de riego necesaria para una racionalización integral de los recursos hidráulicos combinando adecuadamente el empleo de las aguas superficiales y una explotación equilibrada de las aguas subterráneas. En particular mejorar la eficiencia de riego para ahorrar agua, permitir la renovación de los acuíferos y prevenir la salinización. Solo así podrá el Suroeste superar su condición de pobreza que desgraciadamente se ha venido consolidando día a día. No hay otro camino, ni otra solución.
Cuando mencionamos en cualquier escenario que el Suroeste no es una región seca, se disparan todas las alarmas, porque la afirmación es evidente. Si tenemos capacidad técnica y recursos financieros para almacenar, traer, llevar y aplicar el agua donde queramos, la cuestión ya no sería externa a la discusión y decisión política, sino que sería exclusivamente de su incumbencia resolverla.
Tres grandes cuestiones presiden mis razonamientos: el nivel de pobreza que abruma la región, las condiciones agroclimáticas muy favorables para un excelente desempeño de la actividad agrícola intensiva y los volúmenes de agua que salen de la región convertido en oportunidades perdidas para el desarrollo de los pueblos del Suroeste. Para el que recorre la región, no le es difícil ver tierras feraces de elevada aptitud para la agricultura, con bajas o ninguna producción en el Valle de San Juan, desde Guanito hasta Elías Piña; desde Sabana Mula hasta Bánica, desde Hatillo hasta Tábara Arriba, desde Vicente Noble hasta Jimaní y Barahona y, desde Enriquillo hasta Pedernales. A profesionales del área hidráulica como Marcelo Jorge, Francis Gonzales (+), Frank Rodríguez, Augusto Rodríguez, Eldon García y otros tantos, recordar la gran cantidad de vasos con capacidad para embalsar agua que tiene la región, condición esta que, a fuerza de ser una región montañosa, permite llevar a cabo la cadena de obras hidráulicas que precisa para la regulación y almacenamiento de sus recursos hídricos. O bien contemplar apesadumbrado, cómo miles de metros cúbicos que salen desde las presas de Sabana Yegua y Sabaneta terminan recargando los niveles freáticos o se depositan en el mar.
Formular y ejecutar un Plan para la regulación y aprovechamiento de los recursos hídricos para saciar la sed del Suroeste, será hacer posible que todos los surorestanos dispongan de agua en todo momento y en los lugares en que la población, agricultura, industria o turismo sea preciso, alcanzando la independencia sobre la variable climatología de la isla.
Con la ejecución de los proyectos de la Presa de Dos Bocas y el sistema de riego presurizado dependiente de ella, la rehabilitación de la pequeña Presa de Palma Sola y la construcción de la Presa de Yacahueque y de Punta Caña, en estudio, que ejecuta la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (EGEHID) y los proyectos de riego alrededor del lago Enriquillo, San Juan y Azua, se ha iniciado el camino apuntado hacia apagar la sed del Suroeste y con ello su desarrollo.

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