Agua y desastres naturales

Agua y desastres naturales

MARTHA PÉREZ
Todos sabemos el significado del agua para la vida. Y lo expresamos así: «El agua es vida.» Sinembargo, no la relacionamos con los desastres y en la cotidianidad hacemos -tal vez inconscientemente un uso abusivo de uno de los recursos naturales más valiosos. Hace falta conocer más sobre la importancia de relacionar el agua con los desastres; o bien, las emergencias y/o fenómenos naturales, y de qué manera esta relación interviene en los procesos de desarrollo de las naciones y en el estado de salud de sus habitantes.

Cuando hablamos de agua y desastres estamos hablando de dos aspectos universales estrechamente relacionados porque el agua es considerada por todos como elemento básico para la vida; y los desastres pueden ocurrir en cualquier parte del mundo.

Informaciones del Centro de Estudios Para América Latina (CEPAL) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), dan cuenta de que durante las últimas tres décadas, en América Latina y el Caribe, los desastres naturales han afectado a más de ciento cincuenta millones de personas y más de cien mil han muerto a causa de ellos. Y que gran parte del territorio latinoamericano y caribeño afronta de manera recurrente diferentes tipos de desastres naturales, entre éstos: terremotos, deslizamientos, sequías y erupciones volcánicas; pero en la última década los huracanes y las inundaciones han sido los más recurrentes; y por su estrecho vínculo con los servicios de agua potable, los fenómenos hidrometeorológicos (huracanes, inundaciones y sequías) han causado el mayor impacto en el sector agua y saneamiento en los países de América Latina y el Caribe; con pérdidas respotadas que suman alrededor de los 400 millones de dólares.

Esto refleja claramente la urgente necesidad de que comencemos a pensar en el agua y su relación con los desastres naturales, tanto desde el punto de vista de los procesos de desarrollo, como de la supervivencia y la salud. Estamos ante grandes retos en lo que a la garantía, eficiencia y sostenibilidad de los servicios de agua potable respecta, sobre todo, en los países más vulnerables a los desastres. Y entre éstos, están la República Dominicana y Haití como partes de la Hispaniola. En nuestro país, en situaciones normales y por diversas razones no estamos garantizando con eficiencia el servicio de agua potable y el impacto que han causado los recientes fenómenos hidrometeorológicos (Ivan y Jeanne) ha pasado a un nivel más crítico este servicio, agudizando su escasez y afectando el saneamiento, mayormente en las zonas rurales de la Región Este.

¿Qué decir sobre el hermano pueblo de Haití en estos momentos? Se deriva una situación de emergencia y una gran responsabilidad. Afrontar estos retos, no sólo debe ser responsabilidad de las instituciones públicas; también de las instituciones privadas; de todas las expresiones organizadas de la sociedad y de las comunidades, que asuman el deber de valorar, cuidar y preservar el recurso agua, bajo el criterio de que siendo considerada como un elemento fundamental para la vida, si no se asume ese deber (de valorar, cuidar y preservar), que no tiene costo alguno, tendríamos que enfrentar los costos económicos por no asumir, sencillamente, la responsabilidad.

¿Cuál es la tarea? Asumir la responsabilidad de, primero, mejorar y garantizar los servicios de agua potable; definir las acciones necesarias para su sostenibilidad en casos de desastres; segundo (que tal vez deba ser lo primero…), educar y propiciar la cultura del agua, a todos los niveles, con el objetivo de crear conciencia sobre el deber del buen uso del agua como parte de nuestros recursos naturales, para poder disfrutar del derecho a un servicio eficiente, con buena calidad y garantía de sostenibilidad. ¿Cuándo comenzar? Comencemos ahora, porque es tarea de nunca acabar.

Se trata de comenzar a pensar en el agua en el marco de un desastre; no en la presente «temporada ciclónica», sino con la mira hacia el futuro, basada en la vulnerabilidad y en la recurrencia de los fenómenos naturales cada vez en aumento, en cuanto a origen e intensidad. ¡Qué bueno sería! si asumiéramos en la práctica una amplia campaña intersectorial, con carácter de continuidad, en el marco de la conmemoración del Día Interamericano del Agua, y del Día Nacional del Agua, el primer Sábado de Octubre y el día 5, respectivamente.

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