Después de tantas ocurrencias en las semanas anteriores los dominicanos aguardamos con un morbo disimulado los sucesos del próximo mes marcado por las esperadas elecciones presidenciales y legislativas de ese mes.
Tan solo faltan tres semanas y días para el esperado 19 de mayo. En esta ocasión se espera que los dominicanos acudamos masivamente a depositar el voto por los candidatos de nuestra preferencia de manera que la acostumbrada abstención se disuelva por la presencia masiva de los votantes en los colegios electorales.
Los críticos y opinantes observadores criollos se han dado cuenta que no existe un desbordante entusiasmo electoral como en otras ocasiones. Quizás la oposición no se atreve convocar concentraciones multitudinarias en las cabezas de los puentes o en avenidas y plazas capitaleñas.
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Los partidos parece han mantenido un nivel de gastos muy racional para evitar esos descalabros económicos frente a un apabullante candidato oficial que hasta ahora se encuadra como el líder de las preferencias, que con un derroche de recursos, arropa al electorado impulsando a la mayoría para darle una continuación de su actual mandato por cuatro años mas.
Esta vez la ciudadanía espera que la Junta Central Electoral ejerza sus funciones legales y que al final del evento se contabilice certeramente los gastos con auditorias exhaustivas para determinar de como los gastos se llevaron a cabo.
Es que el dinero público no ha estado ausente de los desembolsos de los candidatos allegados al poder y que son los mas proclives a enfangarse con maniobras dolosas que después andan en boca de toda la población hundiendo reputaciones malogradas por la debilidad tradicional de hacer uso de los recursos a los que supuestamente no hay que rendirle cuentas al país.
En esta contienda hay candidatos que podría decirse que es su última aparición en elecciones. Sin embargo eso se desmiente por la tozudez de esos políticos que no ven que su carnaval pasó.
Ya deberían estar encerrados en sus bibliotecas si es que la tienen o bajo la sombra de una palmera a orillas del mar en sus villas playeras logradas en sus tiempos de apogeo y disfrute de sus posiciones con una cohorte de seguidores que estimulaban el ego con falsas alabanzas para halagarlos y hacerle creer que eran insustituibles pero nunca pudieron llegar a una ninguna posición cimera por mas que lo intentaron.
Según las encuestas, el PRM parece encaminado a una victoria cómoda en la primera vuelta, que según la visión generalizada es con la intención de llenar las urnas con el dedo gordo de la mano.
Ya estarían endiosados por la experiencia ganada en sus primeros cuatro años. Se creerían que podrían actuar por la libre y sumergirse en clásico sistema corrupto nacional donde se cometen los actos impunes de malversación de fondos oficiales sin esperar ninguna sanción como ha sido la costumbre del pasado.
Y mas ahora que los actos de corrupción cometidos en la administración pasada del PLD se han sumergido en un limbo judicial de la inacción en un paso de tortuga.
Solo han servido para embarrar reputaciones de mala manera en un ejercicio de poder inexperto y se han ido diluyéndose y dilatándose como a la espera que la opinión pública deje de interesarle conocer las indelicadezas que marcan los hechos de políticos que no resistieron la tentación de malversar los recursos públicos.