Agujero en el corazón: amenaza silente mortal

Agujero en el corazón: amenaza silente mortal

A finales del año pasado, Marta Torres, una santiaguera, se sintió extrañamente enferma. De 38 años, madre de dos hijos, de familia acomodada, sentía debilidad en las piernas y brazos. La cabeza le latía con dolor y se desmayaba con frecuencia. Después de varias semanas visitando distintos médicos, le diagnosticaron un agujero en el corazón y le dijeron que, para corregirlo, debía someterse a cirugía abierta.

Decidió ir a Estados Unidos y terminó en el Miami Cardiac and Vascular Institute, dependencia del Baptist Hospital, donde se descubrió que el orificio en el corazón le estaba causando pequeñas embolias.

No hace mucho, reparar este defecto cardíaco, muy común, requería una riesgosa cirugía de corazón abierto, pero ahora el doctor Ramón Quesada, director de cardiología intervencionista en ese instituto, está a la vanguardia realizando un procedimiento mínimamente invasivo para cerrar estos agujeros.

La señora Torres volvió a su trabajo el pasado diciembre, dos semanas después de que Quesada “reparara” su corazón. “Cuando pienso en que antes se abría al paciente para corregir este tipo de problema y que estuve a punto de ir a la sala de operación, se me ponen los pelos de punta, pero doy gracias a Dios de que me pudieron hacer un procedimiento empleando solamente un catéter”, expresó la mujer.

El año pasado el doctor Quesada hizo diez procedimientos de de ese tipo después que los pacientes sufrieron embolias y se les descubrieron los defectos cardíacos. El defecto se llama un óvalo foramen patente, o PFO (por sus siglas en inglés). Ocurre cuando la apertura entre las dos cámaras del corazón no se cierra después del nacimiento. Una de cada cinco personas tiene el problema, pero no lo sabe, pues en la mayoría de los casos no da síntomas.

Embolias

El cardiólogo intervencionista del Baptist Hospital, de Miami, explicó que “este problema es la causa de entre el 40% y 50% de todas las embolias, pero es un enemigo secreto porque es un defecto congénito que muy pocas personas saben que padecen. Se trata de una malformación del foramen oval, es decir la válvula que conecta las aurículas derecha e izquierda del corazón y que impide, cerrándose al nacer, que la sangre pase de una cámara a la otra”.

Añadió que “en un 10 por ciento de las personas la válvula no se cierra del todo, haciendo posible cierta permeabilidad. ¿Qué quiere decir esto? Que en circunstancias de intenso esfuerzo (como ejercicios exhaustivos, prácticas de buceo, hacer el amor o incluso durante un acceso fuerte de tos), la sangre que se acumula en la aurícula derecha puede pasara la izquierda, formando un coágulo que viaja al cerebro y provoca un infarto cerebral. Esta es una de las razones más comunes de embolia en personas jóvenes”.

Quesada, quien puso el e mail internacional@baptisthealth.net a disposición de las personas que deseen mayor información sobre el tema, apunta que “tradicionalmente esto se ha tratado con anticoagulantes y con cirugía de corazón abierto, pero ahora se ha aprobado un procedimiento intervencionista consistente en introducir por la vena femoral un catéter con un globo en la punta hasta llegar al foramen, donde se coloca un dispositivo doble de teflón que recuerda a dos sombrillitas, y que sella el área de comunicación”.

El procedimiento es ambulatorio, toma apenas 30 minutos, aunque el paciente se queda una noche en el hospital bajo observación. Es muy sencillo y sus resultados en cuanto a posibilidades de recurrencia y de supervivencia son excelentes.

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