¡Ah… los neutrinos!

¡Ah… los neutrinos!

Los físicos son una comunidad bipolar, los teóricos se dedican a pensar, imaginar cosas y teorizar, los experimentales piensan, imaginan y experimentan. Los neutrinos son el fruto de un físico teórico: Wolfgang Pauli y el raro caso de uno que fue teórico y experimental: Enrico Fermi. Se estudiaba por esa fecha el fenómeno de radiación que producía partículas beta, cuyas características vimos en ONDAS, hace algún tiempo.

La radiación beta llamó la atención de Lise Meitner y Otto Hahn. Específicamente, el problema era que todos: Charles Ellis, William Wooster, Niels Bohr, aceptaban que la energía total de la radiación beta era constante pero estaba resultando que la suma de la energía que iba al nuevo núcleo más la de la partícula beta, no sumaban el total necesario sino menos. Wolfgang Pauli, 1930, en un “remedio desesperado” propuso la existencia de un “neutrón” con muy poca masa, sólo la necesaria para cuadrar los números.

Sucede que James Chadwick, en 1932, descubrió una partícula masiva, pesada, que también llamó neutrón. Habían, entonces, dos partículas con el mismo nombre. Inaceptable. En 1934, Enrico Fermi propuso una teoría más completa, en la que los neutrones de Chadwick eran los principales habitantes del núcleo, y, los neutrones de Pauli, con poquísima masa, los llamó “neutrinos”, pequeño neutrón en italiano. Los neutrinos no fueron detectados hasta 1942, por Kan-Chang Wang.

Si comparamos las partículas subatómicas con grandes balas de acero o plomo de cañones, los neutrinos serían balines insignificantes de aire y quizá menos. Es decir, son ridículamente pequeños, sin carga eléctrica positiva, ni negativa, como ni fu, ni fa. Sin embargo, se desplazan a enormes velocidades y por ser eléctricamente neutros, atraviesan rocas, planetas y todo lo que se le ponga por delante. Tan veloces son, como para derrumbar el andamiaje de la física moderna que se afinca sobre la teoría de la relatividad de Einstein.

Los lectores habrán visto en los periódicos nacionales que los atrevidos neutrinos se trasladan a mayor velocidad que la luz. El asunto, en física, es tan contundente que ningún físico ha querido hacer predicciones de lo que podría significar. Esperan que las mediciones hechas tengan algún error o explicación.

Revisemos las últimas mediciones: Se han hecho durante tres años, entre el Consejo Europeo para la Investigación (Recherche) Nuclear, CERN, en los alrededores de Ginebra, Suiza, y el Laboratorio Nacional del Gran Sasso, LNGS, al noreste de Roma, Italia. Ambos centros de investigación distan unos 732 kilómetros. El procedimiento ha sido, disparar, a través del macizo rocoso de los Apeninos, un haz de neutrinos desde el colisionador de hadrones del CERN hacia el Ópera en el LNGS, donde son detectados por una cámara de burbujas. El tiempo entre la salida y llegada de los neutrinos se mide con relojes atómicos. La distancia entre ambos laboratorios se mide mediante un GPS satelital, muy preciso: error de ± 0.20 centímetros en 732 kilómetros.

La precisión que se le asigna a los experimentos hechos durante esos tres años (muchas mediciones), es de seis sigmas, que en física quiere decir la máxima posible. Pero para agravar el asunto, resulta que estas no son las únicas mediciones que dan velocidades de los neutrinos mayores que los de la luz. En los Estados Unidos de América, también se han hecho, con menor precisión que la antes citada, no obstante, los resultados han sido en la misma dirección: neutrinos más rápidos que la luz.

En las mediciones citadas, los neutrinos llegan sesenta nano segundos antes que la luz, es decir, 0.000,000,060 segundos, es de 60 milmillonésimas de un segundo. La teoría de la relatividad determina que el tiempo transcurre más lento a medida que viajamos a mayor velocidad, haciéndose cero a la velocidad de la luz, si la velocidad es mayor que la luz, el tiempo se haría negativo, por tanto, estaríamos volviendo al pasado. ¿Qué le parece?

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