¡Ah, la historia!

¡Ah, la historia!<BR>

La historia de los últimos 35 años es clara, si sabemos verla: el líder y fundador del Partido de la Liberación Dominicana fue un hombre de muchas caras, capaz de dobleces sin cuenta.

En 1963 el Presidente Juan Bosch le envió a su líder, Joaquín Balaguer, un pasaporte diplomático que le correspondía como ex Presidente.

Esa genuflexa “gentileza” de Bosch fue devuelta con la rotura de la puerta de entrada a la casa de Bosch, ordenada por su alter ego Joaquín Balaguer, cuando empezó la pantomima de persecución durante el tiempo de la guerrilla de Caracoles, en 1973, encabezada por el inmenso Francisco Alberto Caamaño Deñó.

En 1974 rompió el frente opositor con una excusa baladí, lo que permitió que   Joaquín Balaguer se alzara con el santo y la limosna y se quedara con la Presidencia de la República amenazando militantes, comprando y corrompiendo dirigentes y emporcando las Fuerzas Armadas y la Policía en una endemoniada carrera hacia el absolutismo.

Para 1978 Bosch hizo la anticampaña para no restar votos a su jefe político, Balaguer, a quien siempre le hizo la jugada previa para que el último se quedara con el gobierno mediante el uso de toda suerte de triquiñuelas y abuso de  poder.

Como siempre, Bosch hizo el trabajo sucio para beneficiar a su líder. Cuando el Partido Revolucionario Dominicano lideró la lucha popular y política para sacudir del espinazo del país el gobierno antidemocrático de Balaguer, el segundón se prestó a servirle a su jefe político y sacó de debajo de la manga una baraja ensangrentada y envenenada por el odio para intentar cerrar el paso a la voluntad popular. Felizmente no lo logró.

Ya para el año 1982 el Partido de la Liberación Dominicana fue convertido en Partido Dominicano, sin Liberación, como el de Trujillo, para servir a Balaguer. Cambiaron la chaqueta y se tornaron en otro partido del sistema, con todo lo que implica de pérdida de ética, aceptación de la corrupción, etcétera.

El envilecimiento crecía ante los ojos del viejo líder, gozoso de ver cómo sus discípulos se estrenaban en la corrupción al designar a todos los miembros del Comité Central como “asesores” de la Cámara de Diputados: habían aprendido muy bien la lección.

Entonces se fortaleció la entente y el PLD pasó a ser, oficialmente, el come votos perredeístas para beneficiar a Balaguer.

En 1990 Bosch ganó las elecciones pero inclinó la bandera de lucha a favor de su líder Balaguer.

Hasta que se llegó a 1996 y los dos viejos canchanchanes se quitaron las caretas y nos dejaron este regalo envenenado que representa lo peor de la cloaca política nacional, el PLD de servirse del gobierno, pero de eso hablaremos otro día.

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