BEATO LEO
– ¡Santos Reyes Benditos, ayúdennos con estos muchachitos!
Así imploraba Carmela Puig todos los días de la semana a las nueve de la mañana.
– Yo quiero que Melchor me traiga un pony – decía Jacinto.
– Y yo que Gaspar me traiga una bicicletica – coreaba José Luis, el más chiquito, mientras ambos metían un montoncito de yerba seca y un pocillo de agua fresca debajo de la cama.
– Reyecitos, reyecitos, no sean este año tan malitos imploraban los dos diablitos mientras incluían una esquelita junto a la yerba seca para que los Reyes se acordaran de ellos.
– ¿Cómo vamos a enseñarles a estos muchachos que la vida no es lo que ellos piensan? – indagó don Caralampio roscándose la cabeza. Jacinto era un optimista empedernido para quien todo parecía color de rosa. José Luis, sin embargo, era un sinvergüencita crónico. Siempre estaba llorando porque, según él, la vida era una gran injusticia. Se venía al mundo a pagar las culpas de los demás. Palo si boga y palo si no boga, ese era su lema.
«El agua es para ustedes y la yerbita para los camellitos», escribió Jacinto como un diplomático latinoamericano ante el Fondo Monetario Internacional. «Eso sí», añadió, «no me vayan a fallar…¿eh? Si lo hacen no les voy a poner la yerbita jamás».
– La vida es el producto de lo que se piensa. Ni mas ni menos- exclamó Caralampio.
– Yes, you are right- contestó Carmela en puro inglés- Neither too little nor too much – traducía la frase al inglés para que la oyera todo el vecindario. Ambos se habían criado en Queens, New York, y su primer idioma había sido el inglés macarrónico de Astoria.
– What is your point, dear? – indagó Carmela Puig inquisitiva.
– My point is that these kids are both sick (mi punto es que estos muchachitos están enfermos)- respondió su marido machacando la lengua de Shakespeare. Lo de ellos se había convertido en un desafío lingüístico, como sucede a veces con muchas parejas hispanas que se sienten a menos cuando parlan en español. «Yo nací en Puerto Rico…pero me crié en Nueba Yol». Es como si se excusaran de haber nacido.
– ¡Eureka! Ya sé cómo vamos a curar a estos diablitos- suspiró Caralampio un domingo.
– Yes, my love..¿Cómo tu solution siendo? – interfirió solícita su consorte creyendo que la escuchaban en español. Es una constante en los hispanos criados en Nueva Yol creerse que el spanglish suena más caché que el español. «Speaking ingli understanding mejol.»
– Al que espera una bicicleta le compraremos una Schwynn de cinco cambios y al que quiere un pony le dejaremos dos bolones de caballo debajo de la cama…¿right?
– ¡Right! – peroró Carmela convencida de que su husband no se podía «mistequiar»
– I hope my darlings will not get hurt (espero que mis retoños no se van a resentir) imploró la políglota como si estuviera en el subway entre Corona y Borrough Hall.
Y así fue cómo el 6 de enero por la mañanita la casa de Caralampio Quezada Barmesada amaneció oliendo a puro camello trasnochao.
– ¿Qué te trajeron los Reyes Magos?- indagaron ambos espantados al observar que José Luis bajaba las escaleras taciturno y lloriqueando.
– Yo lo que quería era una bicicletica-transportation y lo que me trajeron fue una bicicletota mas grande que yo. Si me monto terminaré descalabrándome como un coco.
De repente se escuchó un reperpero como si la casa se fuera a desplomar- prián-tracatán.
– ¡Jacinto, por amor de Dios!…¿A qué se debe tànto alboroto? ¿Qué te dejaron los Reyes?
– Bueno, les pedí un pony y lo que me dejaron fueron dos tremendos bolones de caballo. Sin embargo, juzgando por el tamaño de los bolones…¡Qué caballote! ¡Qué feliz estoy!
Caralampio miró a su mujer y echó una enorme carcajada en inglés….ha-ha-ha-há, pues en pañol sería já-já-já-já…. casi como Santa Claus después que aprendió castellano….jó-jó-jó-jó en lugar de ho-ho-ho-ho.
-¡Genio y figura hasta la sepultura! Se escuchó la risotada de los Tres Reyes Magos.