Ahogado por el modernismo

<P>Ahogado por el modernismo</P>

Este día es para una buena parte de la civilización occidental un buen pretexto para aprovechar un largo asueto de disipación y darle rienda suelta a los antojos del cuerpo, sin acordarse de la conmemoración del Jueves Santo, consagrador de la predicación terrestre del Hijo de Dios.

Han transcurrido más de 60 años desde que se iniciara, en las sociedades occidentales de Europa y de América, la secularización de la jornada santa para aprovechar lo que había sido la costumbre cristiana de siglos de llevar a los fieles, so pena de castigo eterno, a arrepentirse de la vida de egoísmos, pasiones y ambiciones.

Los tiempos de recogimiento han dado paso a la francachela, y al afán comercial de recuperarse del tiempo malo post navideño, para vender toda clase de artículos de playa y montañas atrapando a los vacacionistas en un propósito de escaparse de los problemas actuales cada vez más agobiantes y preocupantes por efectos de la crisis económica.

Hace un poco más de dos mil años que el hijo de Dios, consciente de que su acelerado paso terrenal llegaba a su fin, decidió despedirse con una cena muy especial, en donde en una apretada síntesis delineó lo que iba a ser su doctrina legada a la humanidad, centrada en la esperanza del mundo futuro.

Esa noche de la última cena, con el corazón en la mano y con los temores que arropaban las angustias de un hombre que iba a ser sacrificado a nombre de la redención humana, plasmó, según San Juan, un trascendental mensaje que como es lógico era difícil de entender y era casi imposible que fuera pronunciado en ocasión tan delicada, previa a la hora de la detención de Jesús para ser llevado a los tribunales judíos y romanos.

Indudablemente la cristiandad recibió un gran legado del Mesías. Lo que ha vivido la civilización desde ese entonces, al menos en casi todos los continentes, fue un mayor respeto por la vida humana eliminando los sacrificios, que a nombre de alguna idolatría, eran tan frecuentes. Pero la sangre se ha derramado en mayor abundancia a nombre de llevar la ideología cristiana a los infieles, empapando a todas las civilizaciones que han transitado por la faz de la Tierra desde hace dos mil años.

Y esos baños de sangre se han incrementado en los pasados cien años y en particular a partir del 2003, que a nombre de eliminar en Irak armas de destrucción masiva y obedeciendo una supuesta consigna de Dios, el presidente Bush empujó a los Estados Unidos a un conflicto que ha llevado la muerte a miles de iraquíes y casi a cinco mil norteamericanos que los retornan a su patria envueltos en la bandera de las barras y las estrellas.

Once apóstoles en la Última Cena escucharon a Jesús pronunciar un largo discurso doctrinario para señalar la vía de ser agradables al Padre y de cómo sería desde ese momento la comunicación que recibirían a través del Espíritu Santo, para que no pereciera la doctrina de amor que había predicado por tres años a todo lo largo y ancho de las agrestes tierras palestinas.

Publicaciones Relacionadas