Ahora ayudemos a los gringos…

Ahora ayudemos a los gringos…

Este lunes tembló otra vez la tierra en Haití. Es como si la naturaleza insistiera en llamar la atención a la humanidad para que no se desista en el esfuerzo por la “refundación” de ese país. Los dominicanos, casi tan pobres como los haitianos, hemos demostrado tanta solidaridad como hemos podido, y en sentido proporcional al tamaño de nuestras respectivas economías, sobrepasado la asistencia enorme de los americanos.

 Puede parecer una locura, pero ya que hemos demostrado cuánto y que bien podemos hacer como “país donante”, ahora nos toca ayudar a los gringos. Joaquín Balaguer escribió un libro que tituló “La Isla al Revés” y mucha gente se quedó con el título sin entender la obra. De manera un tanto parecida, ha quedado en el aire una curiosa propuesta que fue hecha hace dos años por el canciller Carlos Morales Troncoso, al salir hacia Nueva York con el Presidente Fernández, para este hablar ante las Naciones Unidas. Morales Troncoso opinó que en vez de que Estados Unidos nos ayude a combatir el narcotráfico, somos nosotros quienes debemos ayudarlos a ellos, pues son el mayor consumidor de drogas y los pobrecitos no han podido con ese inmenso problema.

Desconocía esa vena humorística del Canciller Morales, pero su juicio me parece correcto. Por ejemplo, en una conferencia de prensa que dio en Washington pocos días antes de aquella propuesta de Morales Troncoso, un subsecretario del Departamento de Estado, para anunciar cuáles países estaban en la “lista negra” como principales puntos de tráfico de narcóticos, entre los cuales caímos nosotros, un aguzado reportero, al hacer la última pregunta, cuestionó si acaso los propios Estados Unidos, si se le aplicase el criterio para embarrarnos, no calificaría como un “narco-estado”.

Después de todo, argumentó ese avispado reportero, el mayor mercado mundial de drogas es el propio Estados Unidos. Pero peor aún, es de los mayores productores también, pues tienen más de cinco mil hectáreas cultivadas de marihuana, sin contar las innumerables siembras en sótanos y dentro de casas. Por igual, son los mayores productores de anfetaminas y otras drogas sintéticas. Y por si fuera poco, sin los productos químicos que produce legalmente su industria y misteriosamente van a dar a las selvas colombianas, la producción de coca sería imposible.

 A la verdad, hay que ayudar a los pobres gringos a poner su casa en orden…

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