Ahora fue por un rayo; y antes las chichiguas apagaban al país

Ahora fue por un rayo; y antes las chichiguas apagaban al país

En plena era triunfal de las altas tecnologías y las maravillas robóticas que sustituyen al hombre y sus torpezas para que todo salga bien, se reitera una inadmisible relación de causa y efecto por una descarga eléctrica que sumió en tinieblas a una buena parte del Gran Santo Domingo. Tras más de medio siglo de precaria evolución sistémica, el «blindaje» para evitar que impactos fortuitos saquen de funcionamiento redes y generadores criollos de energía parece de la misma ineficacia que permitía a las colas de juguetes voladores desencadenar, por efecto dominó, ingratas desapariciones de la luminosidad artificial y del empleo de ventiladores para espantar mosquitos, ahora portadores del dengue.

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No se vaya a creer que las ramas de la ingeniería que tienen que ver con la producción, transmisión y distribución del fluido eléctrico han estado al margen del proceso modernizador que desde hace años minimiza las repercusiones de averías aisladas con mecanismos que hacen permanecer en línea a la generalidad de las fuentes energéticas aunque algo fallara severamente en algún específico lugar. Al menos así funcionan las cosas en países en los que se invierte con asiduidad para librar de interrupciones, en la mayor medida posible, a los usuarios de diferentes niveles de consumo expuestos a daños y sobrecostos en operaciones productivas y a trastornos y pérdidas de confort en los hogares. Algunos males deben ser combatidos integralmente. Las luminarias barriales contra el delito necesitarán permanencia.

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