¿Ahora, qué haremos?

¿Ahora, qué haremos?

Después de una intensa y llena de mentiras y promesas de la campaña electoral del principal ganador, que ofreció  La República Digital, nos queda el refugio de volver a leer los poemas de Gunter Grass o los del admirado Pablo Neruda, o volver sobre nuestros versos como “Atado a ti” “Caricia de Mar, de los años de 1946 y siguientes: Estoy atado a ti, / como el sistema planetario al sol, / como la calma después de la tormenta, / como el fuego al viento que lo alienta, / como el riego de la sangre al corazón , / como el sueño al descanso del cuerpo. / Estoy así, atado a ti, / como el suspiro que alienta / la espera satisfecha / y el ansia que nos llena de alegría. / ¿Pero cómo tenerte en una entrega total, / sin convencionalismos ni temores, / libres completamente libres? / Si fuera así, estaría atado a ti como el árbol a la savia, / como la madre al esperado hijo. / No sé si tu buscabas la mariposa del tiempo, / para soñar la noche de nuestro dulce encuentro/ no sé si aquel diluvio de emociones, / como barajas, / que motivó el encuentro que culminó en deleite, / de saberte mujer hecha de fuego, / que me hizo de nuevo joven al final de mi vida, / trasnochada de ensueños. / No sé si seguiré buscando / tus nuevas emociones promotoras de amores de otros años / o acomodaré mi perlongada vida, / a tus besos que no tienen final. / Yo seguiré buscando ternura, / hasta llegar al valle sin retorno, / pero seguiré cubierto por las nubes / de la inocencia de una tregua, /que no tiene reclamos trasnochados / y el valor de sentirse satisfecho. / Después, cuando pasen los años, / y tú ni te recuerdes de mi nombre / y tengas la memoria dormida / en el trajín de la vida marchitada, / ya, no significare  nada en tu existencia, / pero sentirás el vacío de mis manos / que sentían las tuyas con cariño / y el apoyo amoroso de mis besos. / Entonces, tal vez, dos lágrimas fortuitas / rodarán por tu rostro / y, llorarás en silencio sin saber, / que los años pasados se reviven, / cuando el dolor agobia el corazón deshecho.

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