Ahora sí, cambiaremos de modelo

Ahora sí, cambiaremos de modelo

Las modificaciones y alteraciones que el capitalismo realiza en la reproducción y la evolución del entorno natural operan de manera caótica y anárquica, trabajan en el corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo, actúan sobre la epidermis de los fenómenos sin reparar en las leyes más profundas que los gobiernan. Esta manera de trabajar anárquica, inmediatista, individualista, egoísta y empírica provoca destrozos y alteraciones en el sistema ecológico mundial cuyos resultados catastróficos empiezan a hacerse evidentes y anuncian una perspectiva aún más dramática y siniestra. Cada sociedad ha producido leyes, normas y jurisdicciones diferentes, que funcionan como obstáculos a la libre circulación de los capitales y producen culturas diferentes. Algunos países son así explotados por la permisividad de sus leyes ambientales, mientras otros cierran sus fronteras a las viejas tecnologías contaminadoras, innovan en la investigación a la búsqueda de tecnologías nuevas, buscando también superar los niveles de dependencia de las fuentes tradicionales de energía fósil, del petróleo en particular.

Como producto de una larga evolución histórica, las fuerzas productivas bajo el capitalismo han adquirido un desarrollo fantástico pero este desarrollo es  depredador, inorgánico, antagónico, tanto hacia la humanidad como respecto al medio natural. Las fuerzas productivas humanas y naturales se desarrollan  entre unas relaciones antagónicas de división de clases y de competencia feroz entre naciones y entre empresas de una misma nación. Engels recuerda que «hemos sometido a las fuerzas de la naturaleza, poniéndolas al servicio del hombre; gracias a ello hemos aumentado inconmensurablemente la producción, de modo que hoy un niño produce más que antes cien adultos. Pero, ¿cuáles han sido las consecuencias de este acrecentamiento de la producción? El aumento del trabajo agotador, una miseria creciente de las masas y un crac inmenso cada diez años».

Las clases obreras de las naciones desarrolladas han sufrido junto con la naturaleza,  todos esos males y muchas de sus luchas y huelgas fueron precisamente para reparar esos daños a su salud, como son las conquistas de la seguridad social, de la gratuidad de los medicamentos, el reconocimiento de las enfermedades profesionales, las vacaciones colectivas pagadas, la prevención, la salud pública, medidas como la colocación de filtros y precipitadores y la seguridad industrial. Los países nórdicos de Europa son ejemplos de esto.

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