-En un país donde abundan las leyes que no se cumplen ni las respeta nadie, ¿tenemos derecho a esperar que el problema de la utilización de teléfonos celulares en las cárceles para tramar todo tipo de delitos, desde coordinar un embarque de cocaína hasta acosar y amenazar a la mujer a la que se piensa luego asesinar, será resuelto con una nueva ley? La experiencia nos llevaría a responder de manera negativa, y sin ningún titubeo, esa pregunta, además de que son ya incontables las veces que desde el Ministerio Público se ha prometido poner fin a esa práctica. Que es lo que acaba de hacer el Procurador General de la República, quien propone replicar la experiencia de las autoridades penitenciarias de México, Perú y El Salvador, entre otros países de Latinoamérica, que utilizan inhibidores de señales telefónicas con muy buenos resultados. El doctor Jean Alain Rodríguez visitó la pasada semana al presidente de la Cámara de Diputados, Radhamés Camacho, para presentarle un anteproyecto de ley para el bloqueo de las señales telefónicas en los centros penitenciarios de todo el país, que los legisladores deberán ahora evaluar y, si lo consideran pertinente, someter al hemiciclo para su conocimiento y aprobación. Desde luego, del dicho al hecho falta todavía un gran trecho, y mas que nada conseguir que los “honorables”, que parecen estar mas en campaña política que en cualquier otra cosa, se interesen por el tema y hagan conciencia del gran problema que nos quitarían de encima con un poco de buena voluntad. Mientras tanto, con ley o sin ley conviene recordar que si las autoridades que deben evitar que se utilicen celulares en nuestras cárceles no faltaran a su responsabilidad por unos cuantos pesitos el problema no tendría las dimensiones que hoy tiene, ni estaríamos expuestos a que criminales a los que apartamos de la sociedad por el peligro que representan continúen haciendo daño desde la cárcel.