¿Ahorcamiento o crucifixión?

<p>¿Ahorcamiento o crucifixión?</p>

  JOSÉ B. GAUTIER
¿Te acuerdas de ese hombre que fue crucificado hace casi dos mil años?

De ese hombre inocente que fue acusado de criminal. Juzgado. Vendido. Entregado por el poder Imperial a sus enemigos políticos y religiosos locales, lavándose las manos el invasor por los trágicos acontecimientos desencadenados. Condenado a la pena máxima: la crucifixión.

Y que al morir en el calvario y enterrado, resucitó al tercer día de entre los muertos, convirtiéndose en el Dios salvador de la humanidad, fundador por sus discípulos y seguidores creyentes, de una nueva religión de esperanza, de amor y de fe dentro de una civilización occidental mediterránea atea y en decadencia.

Guardando la distancia en el tiempo, en el espacio y sobre todo comparando las figuras de dos hombres distintos, uno bendito, el otro gobernante. Paradigmas ambos del absolutismo. Uno celestial. El otro terrenal.  Pero los mártires se crean. Surgen los mitos. Los milagros existen. Y ahora más que nunca, con los medios de comunicación globalizados con programas en todos los idiomas, al alcance de todos los pueblos, de todas las razas, de todas las religiones,- el mensaje en las catedrales, las sinagogas, las mezquitas, los templos están al alcance de todos, ricos y pobres, dentro de los hogares y escuelas del mundo. ¡Solo hay que apretar la tecla! ¡No hay que esperar dos mil años para creer o dudar!

Ojalá que la sangre musulmana de Saddam Hussein, representante de otra cultura y otro credo religioso, derramada recientemente en Irak por fuerzas de ocupación militar imperial fundamentalista cristiana, insaciable de apoderarse de dominios y riquezas ajenas, lugar donde fue encarcelado, juzgado, condenado y entregado a sus enemigos, gobernantes marionetas, para su ahorcamiento, no caiga como una mancha maldita sobre el mundo cristiano.

Invadido el territorio de Irak, por los ejércitos invencibles de Estados Unidos de América, sin la aprobación del Organismo de las Naciones Unidas (ONU), acusado el dictador Saddam de poseer armas de destrucción masiva como atómicas, bacteriológicas y químicas para dominar el mundo no musulmán.

Acusado de haber participado en el acto terrorista de la destrucción de las Torres Gemelas en la ciudad norteamericana de New York, los agresores cristianos no encontraron las pruebas para sostener la acusación. Hecho prisionero por el invasor fue condenado por un “tribunal títere” por crímenes “contra la humanidad”, entregado a sus enemigos políticos y religiosos locales, condenado a la horca y ejecutado.

¿Por qué en pleno Siglo XXI no se llevó al dictador Saddam Hussein, derrotado militarmente, ya hecho prisionero, para ser juzgado como acusado de crímenes en contra de la humanidad a una Corte Internacional de Justicia o a un Tribunal especializado en las violaciones a los derechos humanos integrado por juristas de todo el mundo, de todos los sistemas políticos, de todas las religiones?

¿Acaso no existía un precedente reciente en Europa, como el caso de la Guerra de Kosovo?

¡La barbarie humana continua! ¡Los jinetes del Apocalipsis de ayer y de hoy siguen montados en el “carrusel” de la destrucción y la muerte”!

¿De qué ha servido la fe religiosa de naciones, pueblos y personas, si no para que algunos en el tiempo, se burlen de sus fundamentos y principios?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas