Cuando llega la época de sequía y la escasez de agua atormenta a todos, entonces la autoridad recomienda ahorro y manejo prudente de este recurso insustituible. Más allá de la coyuntura estacional, nadie vuelve a ocuparse de aconsejar el máximo aprovechamiento del agua disponible. La necesidad de ahorro, aunque es permanente, sólo se maneja en base a la intermitencia que aleja o acerca las lluvias.

Como sociedad, estamos entre las que más desperdician el agua. Por un lado las fugas en los sistemas de distribución y en los hogares, y por el otro lado el dispendio en el uso cotidiano. El ahorro de agua no existe como parte de la política oficial para regular los recursos naturales. La autoridad hace más énfasis en el manejo adecuado de las aguas para regadío, que en el uso de la destinada a consumo humano y a los menesteres cotidianos del hogar.

Más allá de las épocas de sequía, el país necesita establecer políticas para el uso del agua potable. El ahorro tiene que ser sistemático y no coyuntural, atado a factores estacionales. Por fuerza el agua es cada vez menos abundante. Una causa es el aumento escalonado de la demanda por la creciente población y los procesos industriales, y la otra es que, ciertamente, se nos está agotando. No esperemos la sequía para ahorrar este recurso insustituible.

Que no se esfume el alerta

Uno de los efectos locales del sismo que sacudió Haití fue el agrietamiento de varias escuelas públicas. Fueron las únicas dañadas entre las edificaciones públicas. En la ocasión, estos efectos inspiraron declaraciones oficiales sobre revisiones técnicas y eventual reforzamiento, pero  hasta demostración en contrario, nada de eso se ha hecho. Atenuados los sobresaltos inmediatos causados por el sismo y extinguidas las réplicas en Puerto Príncipe, ninguna autoridad  habla de la seguridad de las escuelas públicas.

Ha sido el Ingeniero Leonardo Reyes Madera, presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica (Sodosismica) quien ha puesto nuevamente el tema en el tapete, al afirmar que las escuelas del país no resistirían un sismo de la magnitud del que destruyó Puerto Príncipe el 12 de enero pasado. La revisión y reforzamiento estructural de las escuelas es, pues, una asignatura que sigue pendiente.