Aída Cartagena Portalatín: crítica y susurros

Aída Cartagena Portalatín: crítica y susurros

POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Aída Cartagena Portalatín nació en Moca el 18 de junio de 1918 y falleció en Santo Domingo el 3 de junio de 1994. En su dilatada trayectoria creativa se destacó como poeta, novelista, historiadora, educadora, antropóloga, crítica de arte y gestora cultural. Sus aportes al desarrollo de la crítica de arte en la República Dominicana han de registrarse tamizando la atmósfera del rumor, esclareciendo los distintos escenarios de una práctica intelectual eminentemente lúcida, lúdica, apasionada y susurrante.

Entonces, tales aportes resultarán trascendentales y tocarán a más de dos generaciones de artistas, intelectuales e investigadores de la cultura.

La amplia cultura visual, la sensibilidad poética, el conocimiento de las técnicas, de la Historia del Arte Universal y del fenómeno de la creación artística, se aprecian ya en sus primeros ejercicios reflexivos. Esto se pone de manifiesto en textos sobre la obras de artistas a quienes estimaba especialmente.

Durante la etapa histórica que cubre desde finales de la década del 50, la caída de la tiranía trujillista (1961), el golpe de estado contra Juan Bosch, la guerrilla del Movimiento 14 de Junio (1963), la Revolución Constitucionalista y la intervención norteamericana de abril de 1965, se registra una serie de acontecimientos sociopolíticos que determinan un nuevo y profundo proceso de transformación artística y cultural para la República Dominicana.

Aída Cartagena Portalatín, con Brigadas Dominicanas y su Colección Baluarte, se convierte en uno de los principales puntos de apoyo que encuentran las manifestaciones artísticas comprometidas y vanguardistas de los años 60 del siglo XX en la República Dominicana.

Lupo Hernandez Rueda señala que «en la Coleccion Baluarte se publican poemas y narraciones escritos en tiempos de la dictadura que, por temor a represiones injustas, no fueron exteriorizados, junto a poemas escritos inmediatamente después, u otros que como «Hay un País en el Mundo», y «Contracanto a Walt Whitman, de Pedro Mir, fueron escritos y editados en el exilio, y no circularon en el país sino después de 1962».(1)

En 1963, Aída Cartagena Portalatín realiza la catalogación de la colección de la Galería Nacional de Bellas Artes. Publicado dentro de la Coleccion Baluarte de Brigadas Dominicanas en 1964, este catálogo se constituye en una obra fundamental de la Museología en la República Dominicana.

A lo largo de toda la década de los 60 del siglo XX, Aída Cartagena Portalatín intensifica su actividad como crítica de artes plásticas, editora y gestora cultural. Su actividad crítica encuentra un nuevo territorio en la revista Testimonio, dirigida por Lupo Hernandez Rueda, Luis Alfredo Torres, Alberto Peña Lebrón y Ramón Cifre Navarro.

La labor crítica de Aída en Testimonio fue consistente hasta 1967, año en que desaparece esta publicación. Asimismo, junto a personalidades críticas como Pedro René Contín Aybar, Manuel Valldeperes, Hector Incháustegui Cabral, María Ugarte, Fernando Peña Defilló y Jeannette Miller, la labor de Aída se torna determinante para el encausamiento y desarrollo de una serie de personalidades artísticas que resultan claves en las artes plásticas y visuales dominicanas de las décadas de los 60 y 70, tales como Armando Menicucci, Julio Susana, José Ramón Rotellini, Orlando Menicucci, Antonio Guadalupe, José Perdomo y Geo Ripley, Rosa Tavárez, José Félix Moya, Freddy Javier y Joaquín Mordán Ciprián, entre otros.

Aída Cartagena Portalatín fue una protectora de artistas que llegaron a crear obras pictóricas y escultóricas que con el paso del tiempo han devenido en iconos fundamentales de nuestra modernidad artística. Entre estas obras destacan: «Desnudo» (1941) y «Mercado» (1944), de Celeste Woss y Gil; «Caballos Bajo la Lluvia» (1941), de Darío Suro; «Campesino Cibaeño» (1941), de Yoryi Morel, «Fragmento para un Mural» (1953) y «Danza del Trópico» (1956), de Jaime Colson; «El Flautista» (1954) y «Toque de queda» (1962), esculturas de Antonio Toribio», «Ozama» (1956), de Clara Ledesma; «El Sacrificio del Chivo» (1958), de Eligio Pichardo; «Llanto del Baquiní» (1956) y «Muchachos con flautas Taínas (1960), esculturas de Gaspar Mario Cruz; «Composición en Azul» (1958) de Gilberto Hernández Ortega; «Hombre Espanto» (1960) y «Meditación sobre la armadura de un soldado» (1963), de Paul Giudicelli, entre otras.

Desde los inicios de la segunda mitad del siglo XX, Aída Cartagena Portalatín escribe intensamente en las páginas del diario La Nación sobre la obra de artistas como Paul Giudicelli, Gaspar Mario Cruz, Rafael Faxas, Eligio Pichardo, Guillo Pérez, Silvano Lora, José Ramírez Conde, Félix Gontier, Ramón Oviedo, Ada Balcácer y otras figuras notables.

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