Bruselas. La crisis ucraniana llevó treinta años atrás a Rusia y la OTAN que desempolvaron los viejos métodos de propaganda y manipulación olvidados desde el fin de la Guerra Fría.

«La OTAN y Moscú se recuerdan que fueron los mejores enemigos del mundo», resume un oficial basado en Bruselas, en donde tiene su sede la Alianza Atlántica. «Los militares de mayor antigüedad vuelven a recurrir a los reflejos que habían abandonado hace varios años», indica este militar que pidió el anonimato. En las oficinas de la OTAN los mapas de Ucrania ya tienen su lugar en las paredes junto a los de Afganistán, país que focalizaba hasta hace poco toda la atención.

«Los expertos de Rusia vuelven a ser muy escuchados», subraya un diplomático. Estos últimos días el tono subió otra vez entre Moscú y la OTAN, que se acusan mutuamente de hacer revivir el espíritu de la Guerra Fría. «Nadie quiere una nueva Guerra Fría. Rusia debe dejar de querer volver atrás», reclamó el jueves el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.

Es la Alianza la que «cultiva la retórica de la Guerra Fría», denunció en respuesta la diplomacia rusa. Moscú recibió mal la decisión de marzo de los 28 países miembros de la OTAN de suspender «la cooperación práctica» bilateral en reacción a la anexión de Crimea, con la excepción de los programas de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.

Esta decisión se tradujo esta semana por una limitación al acceso de la sede de la OTAN a la delegación rusa acreditada allí. Sólo pueden ingresar ahora cuatro personas, entre ellas el embajador. «La introducción de tales restricciones muestra una vez más que la OTAN no puede deshacerse de la mentalidad de la época de la Guerra Fría, prefiere el lenguaje de las sanciones al diálogo», reaccionó el ministerio ruso de Relaciones Exteriores.

El jueves ambas partes se libraron a una nueva confrontación a través de la prensa. La OTAN publicó fotos satelitales de tanques y helicópteros asegurando que se trataba de las tropas rusas estacionadas cerca de las fronteras con Ucrania. La Alianza buscó la mayor repercusión posible a esta difusión de imágenes tomadas, según ella, a fines de marzo y principios de abril, recurriendo a Twitter e invitando a la prensa a Mons, sede del comando supremo de las fuerzas aliadas en Europa (SHAPE).

Rusia reaccionó sin tardar afirmando que las fotos fueron sacadas durante los ejercicios militares que llevó a cabo en el verano de 2013. Pero la OTAN le respondió el mismo día publicando nuevas fotos para «demostrar claramente que las afirmaciones de los responsables rusos son totalmente falsas». Imposible de verificar una como la otra versión.

Estas disputas los expertos las observan con prudencia. Señalan no obstante que, a pesar de las tensiones con Ucrania, la perspectiva de un enfrentamiento armado es hoy más que improbable. «Las alusiones a la Guerra Fría son una herejía tanto a nivel geopolítico como militar», afirmó Philippe Migault, investigador del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).

«La Rusia de Vladimir Putin no tiene las ambiciones globales que tenía la Unión Soviética» y «no amenaza directamente a ningún país de la OTAN», explicó. Además, «el equilibrio entre los dos bloques ya no existe más» ya que el presupuesto militar de los países de la OTAN es doce veces superior al de Rusia.

La crisis ucraniana es considerada como la más grave en las relaciones OTAN-Rusia desde el desmembramiento de la Unión Soviética. Pero no es la primera ya que los temas de discordia fueron múltiples: la ampliación de la OTAN hacia el Este (países bálticos, Polonia, Rumania…), la crisis de Kosovo o el escudo antimisiles que Moscú percibe como una amenaza.

A pesar de ello, las dos partes lograron lanzar una serie de programas de cooperación, como en Afganistán o en la lucha contra la piratería marítima. «No nos equivoquemos: las relaciones OTAN-Rusia siempre fueron caóticas y no hay razón para que ello cambie», dice un diplomático basado en Bruselas.