Aires globalizantes en la cocina dominicana

Aires globalizantes en la cocina dominicana

Hace apenas tres años anticipé que Santo Domingo se encontraba en tránsito de convertirse en un punto de referencia de la gastronomía en el Caribe.

Referí, entonces, que la cocina internacional se adueñaba – con pasos firmes – en el gusto de la gente.

El surgimiento de restaurantes especializados en los más variados platos foráneos, ha dado un vuelco de 360 grados a la oferta gastronómica local.

La alta cocina internacional está presente en cualquier rincón de la ciudad.

Es poco lo que tiene que envidiar la capital dominicana a las grandes metrópolis latinas, en materia de platos gourmet.

La cocina criolla se globaliza, en la misma medida en que se expande físicamente la ciudad.

No es que nuestros bocados tradicionales estén siendo sustituidos por la comida foránea. En absoluto.

Hay mayor exigencia del comensal, acostumbrado como está quizás a ser atendido por acreditados chefs franceses, italianos o españoles. El límite es el bolsillo.

El buen comer se ha hecho presente, en el caso nuestro, en las mesas de Saffron, Porter House, Taboo Bamboo, Zenses, Caffé Milano, Puerto Bonito, Season’s, Cane, Fellini, Hue o Scherezade.

Pero la oferta es mucho más abarcadora. La cocina creativa, mediterránea, japonesa y de otras regiones son ya opciones importantes en el paladar de quienes exigen variedad y calidad.

 Difícil, por no decir imposible, será sin embargo destronar de la mesa criolla el suculento mangú, o la inmancable ‘bandera’.

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