Aislados médicos especialistas

Aislados médicos especialistas

En el ambiente médico solemos bromear con definiciones. Por ejemplo: decimos  del profesional especializado en una rama como aquel que tiene mucho conocimiento de una parte del cuerpo y cero noción del resto corporal. Igualmente se habla de oftalmólogos entrenados para el ojo derecho pero que nada saben del ojo izquierdo.

Aparte de lo jocoso, estos extremismos no se alejan demasiado de la realidad, ya que la continua división social del trabajo hace que algunas personas desarrollen gran destreza en los pormenores de una simple labor, en tanto que se vuelven torpes en sencillas tareas generales. Alguien con justa razón ha dicho que esa gente aprende a ver con nitidez los detalles de las hojas, mientras que se torna borrosa su visión global del árbol, siendo totalmente incapaz  de ver el bosque.

En ocasiones este comportamiento del galeno especialista puede arrojar resultados catastróficos para el enfermo cosa que lamentablemente ocurrió en dos pacientes que relato a continuación: una anciana hipertensa residente en el norte del país fue trasladada a la sala de emergencia de un reconocido centro médico, por presentar dificultad para respirar e hipotensión. Desgraciadamente la médico de servicio era una nefróloga, es decir, una especialista en afecciones renales, la cual con la rapidez del rayo detectó que la  señora no orinaba.

Como sabemos, la función de los riñones es la de actuar cual filtro o cedazo humano, limpiando de impurezas la sangre que le bombea el corazón. Los materiales de desecho son eliminados por la orina. La doctora se dedicó en cuerpo y alma a tratar el mal renal sin percatarse  que el problema  fundamental descansaba en el corazón que había sufrido un infarto agudo, generándose una falla de bomba. Un cardiólogo en este escenario habría hecho la diferencia entre seguir viviendo, o morir que fue lo que ocurrió.

Por otro lado, en el extremo sur de la nación dominicana una jovencita de 22 años acudió a otro establecimiento de salud quejándose de intenso dolor lumbar y fiebre. Fue atendida por un ginecólogo que ordenó una sonografía, la cual fue interpretada por el imagenólogo como una evidencia de inflamación de la vesícula biliar. El cirujano de turno operó a la joven, quien murió en medio de la cirugía. Una autopsia mostró que la desafortunada padecía de una fuerte infección en ambos riñones. En esta situación la presencia de la nefróloga del norte hubiese resultado salvadora para la joven aspirante a madre.

En la agreste zona sureña faltó la oportuna mano de la nefróloga,  mientras que en el área atlántica brilló por su ausencia el estetoscopio del  cardiólogo.  Ambas situaciones demandaban de un médico coordinador generalista o internista con un claro concepto de lo que se denomina trabajo en equipo. Eso es lo que hace la diferencia entre una práctica médica efectiva y segura, versus un riesgoso y perjudicial ejercicio de la medicina especializada.

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