Aislamiento de Cuba

Aislamiento de Cuba

PEDRO GIL ITURBIDES
A casi medio siglo del ascenso de Fidel Castro, nos damos cuenta que su aislamiento diplomático y comercial lo ha fortalecido. Faltaban voces autorizadas que hablasen de ello, pues muchas otras personas sostuvieron este punto de vista. Pero nadie les hizo caso, o sus opiniones se perdieron en el vacío. Esta vez fueron José María Aznar y José Miguel Insulza. El primero, el ex jefe de gobierno de España, quien dijo que si el mundo anula el bloqueo, Castro cae en dos meses. Luego, el nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Este último, por cierto, fue canciller en su país, Chile, antes de resultar electo para el importante cargo del organismo continental.

Un cuarto de siglo atrás sostuvimos la misma opinión en una conferencia para la Asociación Dominicana de Cubanos en República Dominicana, Inc.. Era día de José Martí. La amplia sala del hotel que nos acogiera estaba repleta. A lo largo de la disertación nos permitimos rozar el tema de las libertades individuales, junto al asunto propio de la exposición.

Y al cierre, en una especie de arenga y llamado, sostuvimos que a Castro quedaban largos años de mando mientras se prohijase el aislamiento. No negaré que aplaudieron, pero únicamente por cortesía. Y un cuarto de siglo después, al escuchar a Aznar e Insulza, no puedo negar que rememoro satisfecho aquella exposición.

Me negó la posterior sonrisa de muchos hasta entonces relacionados cubanos. Pero los tiempos nos dieron la razón, más que el parecer que hoy sostienen estos hombres públicos. Y es que en aquel instante hablamos por experiencia.

Rafael L. Trujillo fue aislado en septiembre de 1960. La Conferencia de Cancilleres de la OEA decretó la necesidad de un bloqueo comercial y diplomático. Pero los acontecimientos posteriores hasta los hechos del 30 de mayo se encuentran vinculados por una cadena de sucesos que arrancaban de las invasiones del 14 y 21 de junio de 1959. Estas acciones movieron la conciencia de muchos jóvenes hacia la organización de un movimiento insurreccional, descubierto en enero de 1960.

La saña con que los implicados en estas células fueron perseguidos motivó a personas del entorno de Trujillo. Hastiados por cuanto contemplaban, ofendidos varios de ellos, prepararon la celada en que cayó abatido Trujillo el 30 de mayo de 1961. Tal vez varios hechos no habrían podido eslabonarse si los jóvenes de las células insurreccionales no hubiesen tocando las puertas de las embajadas en la capital dominicana.

Varios murieron en el intento. Pero los demás salieron a un exilio durante el cual renovaron los bríos de aquellos que, desde el decenio de 1930, pregonaban la característica política del régimen. Cuando en su loco afán por satisfacer su sed de sangre Johnny Abbes García hizo matar a Patria, Teresa y Minerva Mirabal, dentro y fuera bullía la rebelión. El vil asesinato resultó asqueante, y los engranajes del 30 de mayo entraron en movimiento.

El aislamiento comercial y diplomático comenzó a operar en los meses finales de 1960. Durante nueve meses, los jóvenes que pudieron hallaron protección en las sedes diplomáticas, en cuyas puertas muchos cayeron abatidos. Pero estos crímenes servían para denotar, aun más, lo que acontecía en la República Dominicana.

Castro ha manipulado el bloqueo como arma cohesionadora a lo interno. Tal vez por ello el ex Presidente de España, Aznar, sostuvo en la Florida que al deshacerse este argumento, caería en dos meses. Y a ese pronunciamiento sigue el del nuevo dirigente de la OEA, quien recuerda lo que todo el mundo sabe: que el bloqueo no ha servido de nada.

Tal vez haya llegado, por tanto, la hora de revisar una política que ha contribuido a la consolidación de la más prolongada dictadura entre nuestros países. Porque ese aislamiento ha servido a los intereses de Castro,más que a los propios de las libertades de los cubanos en la isla.

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