¡Ajá, ahora!

¡Ajá, ahora!

En tiempos de campaña electoral, los pueblos son apantallados, allantados con anuncios, con promesas que no pueden ocultar la desatención, el olvido al que han sido sometidos los habitantes de una región.
Ahí entran los asesores, los sabios, los consejeros, los “opinólogos” y uno no sabe si pensar que se nos quiere demostrar que somos pendejos, idiotas o muy brutos y olvidadizos.
Una campaña electoral esto es el tiempo de palo si bogas y palo si no bogas. Tengo entendido que Danilo Medina no es cojo, por aquello de que el hablador y el cojo son descubiertos con facilidad, ya que no pueden ocultar su condición por mucho tiempo.
Danilo Medina es natural de San Juan y recuerdo cuando se denunció la pobre condición en que vive su lar nativo, lo cual apresuró la intervención de su Gobierno para “cosmetizar” el pueblo.
La misión de un gobernante es trabajar para contribuir a construir la felicidad del pueblo al que dirige, pero la politiquería, ciencia muy bien desarrollada en el subdesarrollo, dicta otra cosa.
Ello permite que se confunda la gimnasia con la magnesia y en el batiburrillo que se produce en consecuencia, intentan hacernos ver que lo que se prometió y no se cumplió antes pasó al olvido y se puede volver a prometer.
El presidente de la República, Danilo Medina Sánchez, candidato a la reelección, al borde de las elecciones generales en las cuales el pueblo lo desplazará del poder, en una acción demagógica, va a San Juan de la Maguana e inicia un programa de transformación y reconversión agrícola.
Ese anuncio y el inicio de las obras forman parte de la más formidable demostración de demagogia, fuego fatuo y espejismo verbales de esta campaña presidencial.
Ahora, cuando tiene la soga al cuello, Danilo Medina recuerda lo que sabe desde su nacimiento, aunque le ha dado la espalda: que San Juan de la Maguana forma parte de una importante región agrícola y, por tanto, conviene al país atender sus necesidades de infraestructura para beneficio del país.
Un programa como el que anuncia debió ser iniciado poco después de que el sanjuanero Danilo Medina asumiera el poder, en el 2012, pero no fue así. Ahora recuerda que San Juan necesita, que San Juan demanda, que San Juan existe.
Y entonces se saca de una vieja gaveta olvidada, un proyecto que permita hacer “lo que siempre se ha hecho” usar los recursos del Estado en medio de la campaña electoral para proponer, iniciar, encaminar un proyecto que dura cinco años, cuando el candidato-presidente aspira a extender su mandato por cuatro años.
Eso es lo que se llama coger de vaina a todo un pueblo. ¡Ajá, ahora!

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